Capítulo 19
– Soborno.
“… la misma noche en que leas esta carta…deberás
esperarme en la entrada de la ciudad. Puedes venir solo, o acompañado… aquello
no me afecta. No acepto un “no” como respuesta y comprenderás el porque en el preciso
momento que crucemos miradas. Tengo algo tuyo Kim Jaejoong, algo que sin dudas
marca el comienzo de un punto débil. Encárgate de no darme motivos para que lo
devuelva sin vida. Sí… así como lo escuchas… sin vida.”
Aquella fue
la carta que la Condesa
le hizo llegar al mismísimo Jaejoong dos días después de la pelea.
Ellos dos
no habían vuelto a dirigirse la palabra y Yunho, ni siquiera se había enterado
del episodio.
O quizás sí
a medias, cuando Taemin le comentó que las primeras palabras de su hija habían
sido “omma – omma” y que fueron dirigidas nada más ni nada menos que a
Jaejoong.
Era una
mañana calurosa, y se preparó junto a su hija y esposa para asistir a una
reunión importante, aunque no quería dejar el castillo y preferiría descansar
estos últimos días que le quedaban antes de volver con su ejército.
Se fue sin
sospechar ni un poco, del gran soborno que Typhoon y su esposa estaban
implementando con su amante.
Jaejoong
pasó el día nervioso… y eso no cambio llegada la noche.
No le dijo
a los sirvientes a donde iba, simplemente se fue.
No le
sorprendió encontrar a Typhoon puntualmente en la entrada de la ciudad, ni
mucho menos su intención de llevarlo a un lugar más privado a penas lo vio. Lo
rechazó como siempre, pero esta vez fue distinto… porque se mostró serio y le
garantizó una buena explicación.
El rubio no
pudo creer lo que vio al entrar al bar de paso de la ciudad… estaba “ella”, a
quién la creía muerta por culpa del ejército japonés… estaba su hermana.
Kim Su
Young, para ser más exacto… bebiendo una copa junto a otros generales.
-
¡Bastardo!
¡Déjala libre!
-
Shhh…
rubio, sabes que no puedo hacer eso… tengo otro plan para ella.
-
Ella
es una mujer inocente Typhoon, no le hagas esto… ¡y menos por mi culpa!
-
¿Hacerle
qué? Yo no voy a hacerle nada malo… si tú cooperas por supuesto.
-
¡Eres
una basura!
-
No
seas así de desafiante conmigo esclavo… ¡No olvides quién tiene el poder ahora!
– le gritó el general… tomándolo del brazo y obligándole a entrar al lugar...
se posicionó tras él, aunque sabía que al rubio no le gustaba, mientras olía su
cabello y susurraba en su oído – Yo te dije Jaejoong… tarde o temprano ibas a
ceder…
-
Maldito…
El
sirviente se quedó inmóvil y tuvo sinceras ganas de llorar en ese momento… pero
no podía hacerlo, al menos no todavía.
-
Ella
seguirá con vida y tendrá sus privilegios… siempre y cuando su bello hermanito
venga a visitarme de vez en cuando en privado. ¿Sabes? Me harás alguno de esos
favores que tanto te gustaba hacer cuando eras más joven y tu alma no había
sido comprada… – un escalofrío recorrió la espalda del rubio… que caminaba
hacia donde su hermana estaba sentada – ¡Ah! Otra cosa más… vas a portarte bien
con la Condesa …
tal como un esclavo inservible debería comportarse… - Typhoon se río al
sentirlo temblar. Por fin, luego de tanto tiempo, había encontrado el punto
débil de quién se moría por proclamar como suyo - ¡Ah! Perdóname pero quiero
agregar algo más… ¡No quiero enterarme de que vuelves a pasar por la cama del
Conde… y ni siquiera que sus manos rocen tu cuerpo… ¿Me oíste?
-
Maldito…
-
¿Qué
has dicho? – Jaejoong no volvió a hablar, eso hizo que el General se pusiera
más nervioso y agresivo de lo que estaba - ¿Qué has dicho Kim Jaejoong?
¡Repítelo por que no he oído bien! ¿Acaso quieres que mande a tu hermana a nadar
junto el resto de tu familia?
-
¡No!
-
Entonces…
¿De acuerdo o no?
-
De
acuerdo… cumpliré tus órdenes… de acuerdo…
-
Bien…
ve a saludarla si quieres.
Se alejó
del general rápidamente y sorprendió a su hermana, interrumpiendo la charla que
tenía con los otros soldados.
Ninguno de
los dos podía creerlo… así como tampoco podían dejar de llorar.
Era su
hermana… lo único vivo que le quedaba de su destruida familia…
Se maldijo
por dentro al recordar lo que le había prometido a Typhoon… y encontró otro
motivo para no parar de lagrimear…
Esa noche
fue larga… demasiado tal vez, y no se parecía en nada a la anterior… cuando
había dormido con el hombre que lo hacía feliz.
Aceptó
estar con el general y simplemente, no pudo sacarse la imagen de Yunho de su
cabeza ni un momento, en toda la noche.
Lo necesitaba… le ardía el pecho, quería
hundirse en sus brazos, quería oírlo decir cosas lindas para él, quería estar
con la persona que amaba.
Pero eso no
fue posible… no hasta el amanecer.
[…]
-
Yunho…
Jaejoong
llegó desarreglado a la mansión, cuando aparecieron los primeros rayos de sol.
Era temprano, demasiado tal vez como para encontrar a alguien por los pasillos.
Sin embargo
Yunho estaba ahí… en su habitación esperándolo y preguntándose por que no había
dormido en su cama.
Aunque el
moreno intentó decirle algo, él no le dio tiempo… simplemente se echó a llorar
en sus brazos, intentando retenerse lo más posible para no hacer ruido y
despertar a la Condesa.
-
¿Dónde
estabas? – no pudo responderle, mientras que continuaba llorando y sentía su
pecho comprimirse todo el tiempo - ¿Qué te hicieron Jaejoong? ¡¿Qué te
hicieron?!
-
Yunho…
Yunho… te amo…
-
¡¿Quién
mierda se atreve a hacerte llorar?!
A pesar de
intentar calmarse… el rubio no podía dejar de sentirse angustiado... con esa
sensación de asco que le causaba su propio cuerpo, así como cuando trabajaba en
aquel burdel coreano.
Recordó las
amenazas de Typhoon y sintió miedo, ya que estaba desobedeciendo sus órdenes y
a penas habían pasado minutos desde que llegó al castillo.
Solo se
dejó llevar por la tristeza y deseó que el tiempo se detuviera y que nadie más
que ellos pudieran continuar con sus vidas…
-
Cierra
la puerta Yunho… y prométeme que nadie se enterará de lo que ocurra aquí… esta
noche.
-
¿Por
qué quieres que te prometa eso?
-
No
importa el porqué… solo hazlo…
El moreno
se paró y tomó la llave para así poder trabar la puerta… no parecía tan mala
idea después de todo… teniendo en cuenta que él tenía esposa y que los
sirvientes caminaban por los pasillos todo el tiempo.
Cuando
volvió a la cama, el rubio ya se encontraba acostado, esperándolo.
-
Te haré mío nuevamente hoy “Mi Jaejoong”…
-
Hazme tuyo Yunho, hazme el amor las
veces que quieras… hasta que me quedé dormido en tus brazos, y solo pueda
recordar tu nombre… el de nadie más.
[…]
Habían sido
algunos meses pacíficos sin guerra hasta ese momento.
Pero Yunho
ya lo tenía asumido, debería partir a más tardar dentro de 2 días, y a luchar…
no a realizar simples entrenamientos.
El ejército
coreano no iba a esperar a que él Conde Japonés solucione sus problemas
personales… y mucho menos perdonar su distracción.
Todos
estaban listos para iniciar la segunda parte de la Guerra , así también Typhoon
y todo el sector que debía acompañarlo… pero había un problema…
No quería
irse, no ahora que Jaejoong estaba comportándose tan extraño y necesitaba tanto
de su ayuda.
Podía verse
al rubio llorar muy seguido, pero sin motivo alguno… al menos para el moreno.
No era fácil hacerlo llorar… solo sus largas discusiones lo lograban, pero aún
así, tampoco decaía su estado de ánimo y humor.
Le preguntó
en varias ocasiones ¿Qué le había pasado? Luego de esa noche donde había
llegado angustiado de la ciudad… ni siquiera se atrevió a retarlo por no haber
avisado que partía… hoy solo, necesitaba entender que era lo que estaba
borrando su sonrisa.
“… No es
nada Yunho-Ah, me di cuenta que soy más sensible de lo que había pensado… ya se
me pasará, no es nada serio”
Pero
aquellas palabras solo lograban ponerlo más nervioso si era posible.
Algo lo
sacó de sus pensamientos…
…era
Jaejoong junto a Hyunah, que llegaban caminando a su lado a orillas del río que
rodeaba el castillo.
Se quedó
inmovilizado por tanta belleza… y el corazón se le llenó de paz, por primera
vez en toda su vida.
Un
sentimiento débil… bastante blanco y relajador se apoderó de su mente y eso
estuvo lejos de molestarle… todo lo contrario, simplemente sonrío.
Pero sonrió
sinceramente, y más cuando su hija corrió hacia él y comenzó a gritar:
“Oppa, oppa… está...ba…mos bus bus candote…”
A penas
podía terminar la frase debido a que le costaba hablar, después de todo era muy
pequeña.
-
Te
extrañé hermosa… ¿Sabes?
Los
cachetes de la niña se ruborizaron con las tiernas palabras de su padre… lo
abrazó, pero rápido quiso volver al suelo, ya que después de todo gatear le
resultaba divertido, un mundo completamente nuevo para ella.
-
¿Y
tú Jaejoong? ¿Qué cuentas? – el moreno le preguntó de golpe, notando como su
amante continuaba con la mirada sobre Hyunah, que ya intentaba pararse sujetándose
de unas rocas.
-
¿Yo?
– el rubio se sorprendió y le sonrió… de ese modo, su corazón también, ya que
tanto extrañaba su sonrisa - ¿Algo más para decir a parte de que estoy feliz
porqué tu hija lo es?
-
Mmh…
tal vez, estés feliz por otras cosas…
-
Puedo
estar feliz también por que un Conde tan importante piensa tanto en mí y me
cuida… y me cumple los caprichos… y me deja dormir a su lado… - Jaejoong
comenzó a juguetear con las manos de Yunho mientras le hablaba… lo besó, aunque
hubiese preferido no hacerlo. De todos modos sabía, nadie del castillo se
encontraba mirándolos.
-
Entonces
yo debería estar feliz por tener a alguien como tú tan cerca mío… por haberte
conocido…
-
Eres
la primera persona que me dice algo así… enserio.
La niña
sonreía mientras los escuchaba, aunque probablemente, no entendía ni una sola
palabra de lo que decían.
Corrió
hacia Jaejoong… ya se había cansado de jugar.
-
Omma…
¡Quero… Quero comer…! – le dijo mientras jalaba de su pantalón y se dejaba
alzar del suelo. Sin embargo, recibió una tierna reprimenda por parte de su
padre.
-
Hyunah,
hay algo que debo decirte y ojala comprendas… pero… no es recomendable que
llames omma a Jaejoong todo el tiempo… y menos frente a tu madre.
-
¿Madre?
-
Así
es linda… tu madre, Bo Ah. Aunque ella no pase mucho tiempo contigo, ni haga
las cosas que Jaejoong hace por ti… ella sigue siendo tu omma.
-
Pe…pero
no quero oppa…
-
Hyunah…
solo cuando estés con otra gente ¿sí? Si no, no habrá ningún problema. – el
rubio la tranquilizó… y fue él quien su puso nervioso luego con la llegada
repentina de Changmin.
-
Yunho,
el señor Seo Kwon te espera en el castillo… creo que hay malas noticias.
-
¿Ahora?
-
Sí…
está junto a Bo Ah y… quiere que lleves a la niña también, para saludarla antes
de marcharse otra vez.
La garganta
de ambos se cerró al escuchar al morocho.
No había
sentido alguno del porqué la presencia del gran Señor en su mansión.
Yunho besó
la mano de Jaejoong y acarició le mejilla de su hija… luego, simplemente entró
sin decir alguna otra palabra.
El silencio
de Changmin significó demasiado… tal vez, hasta algunas cosas de más para el
sirviente que hoy, se encontraba temblando de miedo.
No
soportaría que le arrancaran a la niña… y muchos menos, que le arrancaran a
Yunho.
[…]
-
Ahora
estando aquí solos Yunho… mi hija me ha hablado mucho sobre ti. – el Señor Seo
Kwon esperó por una respuesta de parte del moreno, pero solo obtuvo silencio
desde el otro lado del escritorio, donde intentaban hablar. - ¿Sabes de qué me
ha hablado?
-
Probablemente
haya llevado quejas… y rumores.
-
Así
es… sabes bien de que hablo.
-
Bueno…
dígame hasta que punto va a creerle y que tengo que hacer yo para conservar mi
puesto… y mi ejército por supuesto.
-
Quiero
que prepares a mi nieta para heredar en un futuro tu puesto. – el moreno se
llenó de odio… sabía que eso era inevitable, su hija no era ninguna clase de
trámite para él y eso sentía al escuchar a su suegro – Por supuesto… deberás
encargarte de que elija al pretendiente adecuado… ya que él será el que irá a
luchar y no ella.
-
Lo
se.
-
¿No
dirás más nada?
-
No…
por que se que usted aún no me ha dicho todo.
-
Eres
bastante astuto. – el hombre cargó su vaso de Vodka, mientras se ubicaba para
continuar hablando – el sirviente… Kim Jaejoong. ¿Qué relación tienes con él?
-
¿Qué
le dijo su hija?
-
¿Eso
importa? Yo hice la pregunta primero.
-
Bien…
- suspiró y trató de encontrar las palabras exactas, ya que sabía, el futuro
del rubio podía depender de él – es una relación… de amo y sirviente. Él solo
recibe críticas por ser de nacionalidad coreana… pero créame, nada lo une a su
país el día de hoy.
-
¿Y
por qué peleas con los otros generales como un adolescente cuando quieren algo
de él?
-
Porque… porque es mi sirviente. Mi
más preciado sirviente.
-
¿Sabes las cosas que se han dicho de mí hija
desde que ese chico llegó al castillo? O peor aún… ¿Sabes que cosas se han
dicho del gran Conde desde que te decidiste a pelear frente a un ejército por
un esclavo?
-
No
las se señor… y no me interesan, ya que jamás dejo que esos comentarios me
afecten.
-
¡Ja
ja ja! Claro, para ti es fácil decirlo… ¡y que poca es la voluntad del hombre para
resistirse antes los encantos de un bailarín!
-
Ya
lo he dicho, no hay de que preocuparse por Kim Jaejoong. No es necesario seguir
hablando de él.
-
Bien.
-
¡Bien!
Yunho
estaba furioso, molesto, indignado… ya que él podría haberse vuelto blando en
ciertos aspectos, pero sin dudas en cuanto a sus relaciones diplomáticas, nadie
merecía desprestigiarlo.
Quiso
matarlo y simplemente olvidar todas las idioteces que le había dicho… pero se
limitó a sonreír y preguntar si había algo más que quisiera comentarle.
-
¿Algo
más debe decirme Señor?
-
Sí.
Que se acabaron los amoríos en este momento… y que mañana a la noche partes a
territorio coreano para atacar nuevamente.
-
¿Atacar?
Así… ¿Tan de prisa?
-
Sí…
¿Acaso tienes algo más interesante que hacer que cumplir tu deber?
-
No…
claro que no pero…
-
Shhh…
ya lo dije. Conde… mi intención no es pelear con usted, ni mucho menos crearle
un descontento. Así que limítese a obedecer y seguiremos trabajando tan bien
como hasta ahora. Le confié el puesto más importante en el ejército, la mano de
mi hija y la preparación del próximo descendiente al trono… creo que me merezco
algo más de compromiso de su parte.
-
La
tendrá de una vez. La tendrá.
Capítulo 20 –
21 – Roja como las cerezas. Roja como la sangre.
-
Realmente fueron tiempos difíciles para el Conde y el
sirviente. Ni hablar de Hyunah, que se había encariñado con su padre.
-
¿Y que fue de la relación de Jaejoong con Typhoon?
-
Fue asquerosa y se estableció mediante sobornos
señorita Ji Min… realmente asquerosa.
-
¿Lo obligaba a estar con él?
-
Así es… y cada vez que él tenía intenciones de
negarse… le recordaba que tenía a su hermana como prisionera.
-
Pobre hombre… - la muchacha se lamentó. Entendió un
poco los sentimientos del rubio… ya que era algo usual con la trata de mujeres
hoy en día. A pesar de que él no fuese una mujer, era bastante cotizado como
una.
-
Lo que el General no notó… fue que lo único que hacía
con su soborno era crear más odio y más repulsión. Para mí, creó un arma en la
mente de un joven bastante inocente.
-
No creo que Jaejoong fuese un hombre inocente…
permítame aclararle. – Yoochun se metió… es que luego de oír la historia, creía
que ese adjetivo no calificaba correctamente para él. – es decir, no creo que
sea un joven malo… pero simplemente la
vida ya le había quitado la inocencia hace mucho.
-
Tal vez… pero recuerda, que en parte, junto a Yunho la
había recuperado…
-
El poder del amor… ¿Cierto? – se rió Junsu. El
historiador lo miró con mala cara. – Omitan la parte en la que fui sarcástico…
y piensen por un momento en si tengo o no razón…
-
Tal vez tengas razón Junsu, yo siendo mujer… creo en
esas cosas… y ahora, dígame… ¿Hyunah? ¿Qué fue de ella?
-
Ella creció en paz… mientras el Conde no estuvo en la
casa…
-
¿Pero su relación con el Conde no era buena?
-
Si… solo que si el Conde estaba en el castillo
comenzaban las peleas… entre los adultos.
-
Eso le hacía daño a la niña…
-
Así es… Pero, Yunho venía cada un mes aproximadamente.
Incluso cuando ella cumplió 1 año, el no había podido asistir. Jaejoong se
encargó junto a Changmin y Tiffany de la fiesta.
-
¿Y su madre?
-
¿Bo Ah? Ella odiaba hasta a su propia hija. Se encargó
de hacer reuniones para aparentar un bienestar familiar que jamás existió… la
ignoró y se encargó de lastimar a la única persona que la cuidaba. – el hombre
se quedó en silencio unos segundos, los 3 viajeros se miraron entre sí… tal vez
había algo en la historia que no se animaba a contar – Bueno, eso terminó llevándola
al desastre al cabo de años.
La pequeña
Hyunah cumplía 2 años… pero esta vez, no fue Jaejoong, ni Changmin y Tiffany
quienes le organizaron una fiesta… si no, su misma madre.
El rubio
observó todo con desconfianza… ya que ella no había aparecido en la mayoría del
tiempo durante esos años. Sospechaba, que habían intenciones dobles detrás de
todo ese montaje.
Yunho
regresaría en la noche, luego de tanto tiempo de estar en batalla… pero aún así
la Condesa
había iniciado la fiesta en la mañana.
En cuanto a
los sentimientos de Jaejoong en aquel tiempo sin el moreno… estaba dormido,
pero tenía una conexión con su mundo real… Hyunah.
A pesar de
ser sobornado todo el tiempo por Typhoon y de ser obligado a hacer cosas que no
quería… todo valía la pena cuando veía el rostro de la niña feliz, y más el
recordar a Yunho… en como había cambiado por él.
No iba a
escaparse… sabía que estaría abandonando a personas muy importantes, y aún
tenía fe de lograr liberar a su hermana para así desprenderse del psicópata del
General.
Por
supuesto, Yunho no tenía conocimiento de esto. Ni siquiera Changmin… solo Bo
Ah.
Entró al
salón… donde la Condesa
almorzaba junto a otras mujeres de altos rangos. Hijas, hermanas, esposas de
generales por ejemplo. Notó la asquerosa mirada de todas ellas.
Las odiaba
profundamente.
Ricas,
mantenidas, prejuiciosas, “chusmas”… y encima venían a observar a su hermosa Hyunah
Se mantuvo
parado en un costado… esperando que tal vez Bo Ah le pidiese algún favor… pero
ella parecía ignorarlo.
La niña… se
sentaba en un extremo de la mesa, se la veía aburrida… molesta, así que comenzó
a hacerle señas con las manos, mientras sonreía y jugaba.
Jaejoong
quería reírse y continuar con su juego… pero sabía que no era posible.
Le
respondía con leves gestos e intentaba callarla con otras señas… pero eso
parecía entretener aún más a su… podría decirse, “casi hija adoptiva”.
-
Kim
Jaejoong… ¡realmente es un placer conocerte!
-
El
gusto es mío señorita…
Una
muchacha, que aparentaba tener su misma edad, entró a la habitación y lo
saludó, ignorando por completo la presencia de las otras mujeres.
Ella lucía
hermosa, pero para nada femenina.
Tampoco era
desubicada… ni menos desagradable, pero simplemente era diferente y digna de
admirar.
“¡Cuñada!”…
se escuchó el gritó de Bo Ah y ahí comprendió… se trataba nada más ni nada
menos que de Anne Jung, la hermana menor de Yunho, la mujer que comandaba
ejércitos.
La
respuesta de ésta fue mínima… solo abrió sus brazos para recibir a la
cumpleañera, que gracias a la emoción, salió corriendo alrededor de la mesa,
ignorando la reprimenda de su madre, que la había querido quieta durante todo
el almuerzo. La misma Condesa la sujetó del brazo cuando pasó a su lado… pero
ella se safó de su amarré para seguir corriendo y así chocarse con una de las
sillas.
Se cayó de
muy mala manera al suelo… y no tardó ni 2 segundos en comenzar a llorar, cuando
vio las gotas de sangre brotar de su rodilla.
Bo Ah bufó
y se acercó a ella solo por la mirada atenta de las otras mujeres.
El rostro
de todos en la habitación se transformó… cuando la niña no dejó que su madre la
rozase siquiera. Incluso empujó su brazo enojada.
Anne abrió
los ojos, ya que no recordaba que la relación de su sobrina y cuñada fuese tan
estrecha. Mala podría decirse.
Se escuchó un leve murmullo… la niña lloraba
cara vez más fuerte y con el segundo intento de la avergonzada Condesa por
levantarla comenzó a gritar…
-
¡Omma!
Levántame tú… no quiero que ella me toque… ¡Omma! Me duele mucho… me duele…
-
¿Qué
dices Hyunah? Amor… Yo soy tu Omma… déjame ayudarte. – intentó calmar la
situación… pero la niña, que no necesitaba fingir nada, no iba a aceptar participar
de un juego creado por ella.
-
No
lo eres… ¡No! ¡Jaejoong Omma, Tía Anne, Tío Changmin! ¡Me duele!
Bo Ah Kwon
se quedó sin palabras. No intentó ayudarla nuevamente, y solo se corrió hacia
un costado cuando el mismísimo Jaejoong se acercó a levantarla.
Esta vez,
realmente había creído que habían rozado su límite.
Incluso sin
la presencia de Yunho, seguía siendo desvalorizada. No podía permitirlo. Esa no
era su hija… era un capricho que representó más poder para su horrible esposo y
más confianza para su amante.
Odiaba a la niña… odiaba al Conde… odiaba a su
sirviente.
El rubio la
sujetó en brazos y la sacó de la habitación… las mujeres allí dentro se habían
quedado boquiabiertas.
Aquel rumor
de que Yunho Jung había traído a un esclavo parecido a un ángel desde corea… y
no solo eso, se había vuelto su amante, su guía, su punto débil… incluso
ganándose el corazón de su pequeña hija… eran más que ciertos.
Anne y
Tiffany serían las encargadas de seguir con la fiesta, pero Bo Ah, acababa de
perder la razón gracias al odio y la envidia.
[…]
El Conde y
el Señor Seo Kwon llegaban al castillo luego de finalizar con una serie de
batallas… victoriosas por supuesto.
Aunque
esperaban un ambiente festivo… solo se encontraron con una mujer totalmente
cegada por un enojo inexplicable.
Aunque Bo
Ah esperó escuchar alguna reprimenda de parte de su esposo… la recibió
directamente desde su padre.
El moreno
creyó que no debía formar parte de la pelea… así que solo llegó a donde los
invitados continuaban con la fiesta y saludó a todo el mundo allí dentro. Incluida
su hermana, que sonrío al verlo tan vivo… y tan expresivo.
Se preocupó
por el estado de su hija… y se mostró demasiado ansioso por verla, así que la
mejor opción fue esperar a que Jaejoong y Changmin regresaran con ella desde el
hospital.
Después de
todo, él era el “Conde de la
Muerte ” y su cabeza… valía miles y miles de yenes en corea…no
quería salir por la ciudad a buscarlos, ya que podría terminar involucrado en
una emboscada militar.
Su interior
pudo haber cambiado respecto al castillo… pero continuaba siendo el mismo ser
inexpresivo cuando se trataba de la guerra.
[…]
Era una
noche muy extraña.
Una de las
que peor sabor le traían a Jaejoong desde que había pisado la Mansión Jung.
No había
ocurrido nada malo, ya que la fiesta avanzó con nuevos invitados y una “Hyunah”
herida pero feliz…
Tiffany y
Changmin se encargaron de atender a todos, y Anne era una buena anfitriona
cuando se lo proponía. Parecía ser que no habían pasado ni dos meses desde su
partida del castillo para dedicarse a la lucha.
Anne Jung
tenía 22 años recién cumplidos y… aunque su intención toda la vida fue ser una
mujer normal, gracias a su hermano no había podido serlo.
Tras la
muerte de su padre, seguida de la de su madre, quedo a la merced de Yunho que,
cegado en odio y rencor, jamás tuvo tiempo de darle amor.
Ella sin
embargo, amaba al único integrante que le quedaba de la familia, y trataba de
entender el porque de su actitud tan fría y seria para todo lo que hacía.
Pero esa
tarde, luego no de verlo por tanto tiempo, había notado algo extraño cuando
cruzaron miradas. ¿Era una sonrisa? ¿Acaso Yunho le había dedicado una sonrisa?
Mentir, no
iba a hacerlo… escuchar, si que había escuchado rumores.
Los juntó a
todos de golpe y llegó a una fatálica deducción: “el corazón de su hermano
había sido tomado”.
Recordó el
día en que, como una adolescente emocionada, le contó al moreno que le gustaba
demasiado un chico, que lo quería. Ese chico estudiaba en el ejército con ella,
y realmente se llevaban muy bien... a parte de haber tenido algunos encuentros
amorosos paralelamente a sus deberes.
Pero no
recibió una respuesta bondadosa del mayor, que la miró con mala cara y le dijo:
“¿Querer? ¿Gustar? Ocúpate de tu vida Anne, das vergüenza.”
¿Sería tal
vez el momento de echárselo en cara?
Sintió
frío, aún cuando la noche era calurosa y la había obligado a retirarse de la
celebración…
Una mano le
sujetó la espalda y le habló despacio…
Por algún
motivo, sonrió entre tantos pensamientos.
-
Señorita…
¿Quiere que le traiga un abrigo? – el rubio, aún desconocido para ella, le
devolvió la sonrisa. Solo se quedó callada, sin saber que decir. - ¿Algún
problema señorita?
-
Anne,
Jaejoong… llámame Anne.
-
Bien.
Anne, ¿Necesita un abrigo?
-
No,
muchas gracias… fue solo un… escalofrío. – la morocha de rasgos perfectos y
duros al igual que su hermano, no pudo evitar perderse un momento en el rostro
del sirviente. Fue extraño, podía sentir a Yunho en él. – Tú… ¿No te has
preguntado como se tu nombre?
-
Si,
lo hice… pero no supe si sería atrevido de mi parte preguntar.
-
No
eres atrevido… puedes preguntar si quieres…
-
¿Me
lo dice?
-
Mi
pequeño Taemin me ha hablado de ti… creí
que exageraba al describirte, pero veo que lo subestimé demasiado.
-
Mmm…
no tengo idea de que le haya dicho pero… no soy una mala persona de todos
modos.
-
No
no, habló bien de ti… muy bien. Demasiado tal vez.
-
Realmente
me aprecia, y yo a él por supuesto…
¿Desea beber algo? ¿Comer? Enserio, estoy a sus órdenes…
-
¿Siempre
eres así de disciplinado? ¿Con todos?
-
No
claro que no. Solo con las personas que quiero ser disciplinado…
-
Que
sincero… demasiado para ser un esclavo.
-
Veo
que lo único que conoce de mí Señorita Anne, es mí nombre.
-
En
realidad finjo no saber nada… se que tu carácter es moldeable según la persona
que de la orden… también se que varios generales enloquecieron al conocerte,
entre ellos mi hermano.
-
Así
que eso se dice… que Yunho perdió la
cabeza por mí…
-
¿Yunho?
¿Lo tratas tan informalmente? – ella habló sorprendida, ya que conocía más que
nadie, esa tendencia del moreno de no ser llamado por su nombre. - ¿En qué
momento un sirviente llegó a ocupar este lugar?
-
Solo
a veces… pero él me perdona si lo llamo así… incluso si le falto el respeto me
perdona, aunque me de una reprimenda… - Jaejoong sonrió al pensar en qué clases
de reprimendas le daba y quiso portarse mal, como cuando era nuevo en el
castillo.
-
¿Reprimendas?
Mi hermano está loco…
-
¿Va
a odiarme usted también Señorita?
-
No…
claro que no, solo estoy sorprendida por este fenómeno que causaste… incluso mi
sobrina te ama… los sirvientes también y yo se que Changmin aprendió a
quererte, pero a su modo.
-
Juro
que no hice nada… en parte, su hermano ha logrado algunas cosas en mí desde
que…
-
¿Te
compró verdad?
-
Así
es…
-
Eso
explica muchas cosas… ¿Bo Ah lo sabe? Es algo bastante obvio…
-
Yo creo que ella va a matarme…
-
Yo
también lo creo. Pero estoy hablando
seriamente rubio… - ambos voltearon a ver quién salía a tomar aire…
Jaejoong no lo pensó dos veces, corrió a la cocina cuando el Conde los miró. No
estaba preparado para esto luego de tanto tiempo sin ni siquiera hablar con él.
- ¿A dónde vas?
-
Los
invitados se han ido… debo organizar los salones, limpiar los platos y guardar
la comida… - le gritó. Yunho se quedó sin poder a penas saludarlo.
[…]
~ De esos amores que llevan a la locura, hay
muchos.
Ni el dolor, ni la felicidad, ni la muerte, ni
la sangre saben lo que es el amor: el sentimiento más contradictorio del mundo,
según la persona ~
¿Y por qué
una mujer, tan bella y poderosa, debía volver a derramar una lágrima por un
hombre que no la supo querer?
“Te
entregué mi cuerpo, mi corazón, mi cabeza… te entregué una hija. Te entregué mi
vida Yunho y ahora que la has usado y echado… yo lo recuperaré obteniendo la
tuya”
[…]
-
¿A
dónde fue?
-
A
ordenar. Algo así escuché.
-
¿Te
has presentado? – el moreno interrogó a su hermana, ya que sabía, tenía una
habilidad peligrosa para hablar. – dime que te has comportado…
-
Oye
Yunho… ¿Enserio te preocupa lo que pude haberle dicho? ¿Tienes fiebre? – llevó
irónicamente una mano a la frente del moreno.
-
Estoy
hablando enserio Anne.
-
Yo
también… ¿Cómo es posible que no me hayas golpeado ya?
-
Ya
suficiente… - el mayor empezó a caminar, extraña casualidad hacia la misma dirección
que el rubio. Ella empezó a reír… se había vuelto tan obvio y tan débil a la
vez.
-
¡Hermano!
-
¡¿Qué?!
– se detuvo un momento… ya un poco enojado.
-
Ya
no hay nadie en la casa y… todos duermen…
-
Deberías
dormir tú también…
-
Seguiré
tu consejo… - Yunho continuó avanzando pero otra vez fue interrumpido. –
¡Hermano!
-
¿Qué
quieres Anne? ¡Habla de una vez!
-
Ah
sí… solo quería decirte que… mmmh… tienes un lindo sirviente. ¡Un muy lindo
sirviente!
-
Lo
es… ¿Cierto? Todos piensan igual.
-
¿Tú
también? ¿Cómo es que no juegas con él? – el tono irónico de Anne que terminaba
de comprobar todas sus teorías. “Poco llamativo” era el hombre que tenía el
corazón del Conde.
-
Por
supuesto que sí hermana… ¡Hoy nos toca!
[…]
Como si
fuera poca provocación para Yunho, llegó a la cocina y esperó a que Jaejoong
volteara a verlo… pero no lo hizo.
Sus manos
se movían frente a él… ¿Se encontraba limpiando a estas horas?
Y lo que
era mas extraño… ¿Se encontraba limpiando?
Aunque él
fuese un sirviente, tenía bastantes privilegios… y eso sin dudas, se lo había
dejado todo a los otros 5 ayudantes.
Terminó con
las numerosas copas donde habían bebido los invitados, llegaron a ser más de 50
por la noche.
Sin embargo
al terminar, no salió de la cocina, ni mucho menos se sentó a descansar… solo
abrió uno de esos paquetes con el helado más rico que se pudiera probar, y de
cereza.
Esa
obsesión que Jaejoong mantenía por las cerezas, la cual Yunho no comprendía.
El moreno
pensó… ¿Se quedaría observándolo viéndolo comer mientras avanzaba la noche? Ya
era tarde y…
Ya era
tarde.
Sonrío y
vio llegar a Changmin a su lado, curioso, por saber que estaba haciendo.
-
Primo…
¿Qué problema tienes? Es tu cocina… no debes pedir permiso para pasar… - el
morocho preguntó inocentemente, ya que lo que menos imaginaba era que el Conde
se encontraría espiando al rubio.
-
Shhh…
silencio, no quiero que nadie me escuche.
-
¿De
qué estás hablando?
-
Shhh…
vete a dormir…
-
¿Estás
ebrio? Pero recién has vuelto de batalla… - lo empujó para poder ver que era lo
que llamaba su atención, y se sorprendió al ver a Jaejoong sentado sobre la
mesa, comiendo solo… a esas horas de la noche. - ¿Estás observándolo a él?
-
Ah
quién más si no primo.
-
¿Qué?
– la cara de sorpresa e indignación de Changmin al escucharlo tan convincente. ¿Qué
se pasaba por su cabeza? ¿Acaso el morbo lo llevaba a disfrutar de ver a su
amante comer? – creo que has perdido definitivamente la cabeza Yunho…
-
Shhh…
¡ya, lárgate!
Changmin permaneció un rato en silencio… y
acompaño al Conde con su misión por espiar al sirviente.
Parecía que Jaejoong sabía que lo observaban…
si no, no se encontraban motivos para que fuese tan provocadora su manera de
comer. Yunho estaba perdiendo la cabeza, sumándole a que no lo veía hace tiempo
ya.
Se quedó asombrado al ver a su primo
imitándolo. ¿Por qué estaba haciendo eso?
-
¿Qué
demonios Changmin? ¡Vete ya a tu habitación!
-
No
soy un niño que mandas a dormir… ¡Vamos!
-
Si
no quieres dormir, no lo hagas… pero no te vas a quedar aquí a espiarlo a él… -
Yunho bufó…incluso parecía celoso. De hecho, lo estaba.
-
No
es como si me interesara… - ambos sonrieron – bueno, tal vez no tanto como a
ti…
-
Tienes
5 segundos para salir de mi vista… - el rostro del moreno se transformó sin
dudas al escuchar las palabras de su primo. “tal vez no tanto”… ¿Acaso todos
habían perdido la cabeza por el sirviente?
-
¡No
vayas a enojarte!
-
¡Tú
eres el morboso aquí!
-
¿Qué?
Perdóname… pero no soy yo quién tiene una erección mirando a su amante comer
helado. – Yunho abrió los ojos y sintió una vergüenza tremenda… se llevó las
manos al pantalón. Se notaba… si que se notaba. - ¿Vergüenza acaso? Perverso…
-
Shhh,
lárgate… ¡Lárgate!
Lo empujó y
le hizo una seña bastante aterradora. Changmin no lo pensó 2 veces y cansado de
pelear decidió irse.
Escuchó un
ruido dentro de la cocina. Jaejoong había volteado parte del helado.
Yunho tenía
un problema y, nuevamente, el rubio era su responsable.
Entró sin
pedir permiso y lo asustó… después de todo, estaba prohibido para los
sirvientes comer en horario de trabajo y más todavía la comida del Conde y su
familia,
-
Creo
que te he atrapado…
-
Oh…
lo siento, lo siento… tú sabes que, amo las cerezas. – la sonrisa de Jaejoong
lo hizo ceder, igualmente, no estaba verdaderamente enojado.
-
Si…
lo se. – esta vez los dos sonrieron… realmente se extrañaban, tanto, que
ninguno encontraba las palabras justas en aquel momento. - ¿Has estado bien sin
mí?
-
¿Qué
crees?
-
Que
sí has estado bien… ya que te veo más reluciente que nunca. – eso hizo ruborizar
a Jaejoong. Tuvo que apoyar el pote de helado sobre alguna plataforma. Empezó a
juguetear nervioso con sus manos, aunque no era muy propio de él perder el
control así. – más reluciente… hermoso… deseable… - continuó halagándolo
mientras se acercaba a él y lo acorralaba contra la mesa. Sintió su aliento
chocar contra sus labios. El rubio ya empezaba a suspirar, aunque sabía que no
era el momento para dejarse coquetear así.- ¿Me dejarás pasarla bien contigo
esta noche? Hace mucho no nos vemos…
-
Yunho…
no lo se… recuerda que Bo Ah está durmiendo y tu hija ya está grande… suele
pasear por los pastillos cuando no logra dormir…
-
¿Quieres
que te lleve algún lugar? Así no estas tenso… - el moreno lo invitó, pero sabía
que no iba a contenerse hasta algún antro de la ciudad. Necesitaba hacérselo
ya, ahí mismo si era necesario. - ¿Qué dices?
-
Mmh…
probemos un poco de peligro.
Jaejoong se
mordió el labio al imaginar muchas cosas que podrían hacer con el helado sobre
la mesa. Aún no había saciado su sed por las cerezas… tal vez era bueno
estimular un poco más al moreno. Solo sonrió al sentir su entrepierna latir con
un simple rose. Estaba más que excitado… eso lo hizo sentir muy orgulloso.
-
¿Te
has excitado mientras me veías comer helado? Maldito perverso…
-
¿Notaste
que estaba allí?
-
Sí…
imposible ignorar tu perfume…
El moreno
atrapó sus labios sin avisar. Simplemente no podía evitarlo, se convertía en un
animal cada vez que Jaejoong lo seducía, a veces creía que tal vez ni siquiera
eso hacía falta. Se posicionó entre sus piernas, obligándolo a abrirlas un poco
más… mientras continuaba besándolo y empezaba a desabrochar esos molestos
botones de su perfecto uniforme.
El rubio
esperó a quitarle la camisa para sujetar una capa de helado y echarla en su
pecho, Yunho tiritó debido al frío, pero eso no lo detuvo para continuar
desvistiéndolo.
Mientras
tanto, su pecho comenzaba a ser víctima de la habilidosa lengua de su amante,
que se sostenía con las manos sobre sus hombros, y dejaba heridas bastantes
profundas por culpa de las uñas.
¿Por qué no
era cuidadoso? Ese siempre había sido un tema de discusión para ambos… las
agresividad y las marcas que se dejaban mientras tenían relaciones.
Esta vez
fue el moreno el que atrapó helado entre sus dedos, y lo llevó apropósito sobre
sus propios pezones, para que sean atendidos de una buena vez.
Jaejoong
entendió el mensaje rápidamente y se encargó de juguetear con ellos. Los mordió
y lamió lo suficiente para que Yunho gimiera por primera vez en la noche.
Odiaba
admitirlo, pero eso lo encendía al 100% a él también.
Abandonó su
pecho para dejar que su amante jugara un poco con su cuello.
Cobró su
deuda por los rasguños en sus brazos.
Mientras
tanto, le quitaba el cinturón e imitaba aquella acción con el suyo.
Tal vez esa
noche, estaban un poco desesperados como para hacer una preparación extensa.
-
Esa
atolondrada boca Jaejoong… hace cuanto no la probaba…
-
Mmh…
esta boca quiere un poco más de helado Yunho… un poco más – la excitada voz del
rubio logró que el moreno comprendíera que esta vez, había que ir un poco más
rápido. Ni siquiera se molestó en trabar la puerta o llevarlo a una habitación…
lo iban a hacer ahí mismo. En la cocina, en la mesa. - ¿Qué esperas Yunho?
Quiero helado, quiero más…
-
Maldito,
eres un maldito…
Teniendo al
hombre más hermoso del mundo riendo entre sus brazos, suplicándole por más,
gimiendo su nombre, totalmente entregado y casi completamente desvestido. ¿Cómo
iba el Conde a resistirse?
Llevó su
mano dentro del pote que contenía el resto de helado. Se peleó con la de
Jaejoong, que seguía jugueteando con la crema… continuaba manchándolo y
chupando cada vez que podía.
Le preguntó
irónicamente si aún deseaba comer el helado que restaba. Ambos sonrieron… y el
rubio se llevó 3 de los dedos de su amante a la boca.
Los
absorbió tranquilamente mientras masajeaba y sentía el miembro de Yunho en
extremos problemas. Era divertido para él saber que pronto, eso estaría en su
interior, y que le haría perder la cabeza probablemente.
Subía y
bajaba, mientras no dejaba ni una pizca del postre en los dedos del moreno, el
cual lo miraba atentamente sin poder correr sus ojos de él.
-
Más
profundo Jaejoong… más rápido… no vayas a dejar nada. – la sonrisa de
autosuficiencia cuando aumentó la velocidad, y deslizaba hasta el final de su
garganta los dedos de un desesperado Yunho que no veía la hora de terminar de
poseerlo ahí mismo. – Que habilidosa lengua tienes… que sirviente tan
obediente… - el rubio se detuvo al oír sus últimas palabras. ¿Obediente? Mmm,
eso le hacía creer que era ordinario… que era sumiso. No le agradó en absoluto.
-
¿Obediente?
– sonrieron ambos, había pegado en el punto justo para hacerlo poner un poco
más sucio si era posible. – Apóyate sobre la mesa. ¡Ya!
Solo no le
dio tiempo a quejarse. Lo obligó a cargarse sobre la mesa y a apoyar sus manos
en ellas.
Le quitó
por completo el pantalón y los borcegos. Luego lo imitó, pero sin sacar las
botas del uniforme que él llevaba puestas.
Esa era una
de las costumbres de Jaejoong, no dejar a su amante usar zapatos mientras intimaban,
pero él si quería, podía conservarlos.
A eso le
seguía un menú dulce obligatorio al terminar y nada de tapar ese pecho de Yunho
que tanto le gustaba.
-
¿Me
ayudas a subir?
Usó un tono
bastante agresivo pero autoritario.
El moreno
solo se dejó llevar por un momento… pero conocía sus límites.
Lo sujetó y
subió sobre le mesa. Quedó entre sus piernas, mientras comenzaba a besarlo
nuevamente y llevaba aquellos dedos bastantes dilatados a su entrada.
No le
preguntó… simplemente lo hizo.
El primero,
pareció no notarlo ya que no interrumpió el encuentro de sus bocas.
El segundo,
lo hizo jadear… pero no lo suficiente para soltarlo.
El tercero,
los obligó a separarse y dejar de jugar con el helado. Se encontraban bastante
pegajosos, transpirados y desalineados… era sin dudas una de las situaciones
más raras de sus vidas.
-
Vamos
Yunho… siempre dolió al principio.
El Conde
comenzó con los movimientos circulares, mientras veía el signo de molestia en
el rostro de Jaejoong.
Pero no le
importo… siempre llegaba a la conclusión de que su sirviente era lo
suficientemente perverso como para soportar eso e incluso disfrutarlo.
El rubio
golpeó su pecho cuando abrió los dedos de más dentro de él… pero aún así solo
gimió por lo bajo, no quiso demostrar mucha más molestia.
-
Veo
que estás bastante tranquilo amor… mejor, acomódate que ya estoy demasiado
ansioso y sin ayuda de nadie.
El moreno
susurró mientras volvía a besarlo y se quejaba por la agresión.
Se movió un
poco más el centro de la mesa y lo obligó a arrodillarse separando las piernas
alrededor de su cintura.
Jaejoong
estaba completamente expuesto a su hombría… tanto, que incluso notó algo de
duda en su rostro.
-
Tienes
bastante energía esta noche amor, así que vas a saltar tú…
-
Me
parece bien… “amor”.
Se
posicionaron y Yunho lo penetró rápidamente.
No podía
explicar como se sentía con exactitud que esas estrechas paredes contuvieran su
erección luego de tanto tiempo, pero era casi como había imaginado su paraíso.
Siempre era
así, cada vez que lo hacia suyo… nunca cambiaba, era como una droga.
Drogas que no cansan, drogas que causan
adicción.
-
Te
quiero ver saltando… ¡Ahora! – sabía que a Jaejoong le encantaba que fuese rudo
con él, así que por que no torturarlo un poco.
-
Es…
es…espera un momento… - a penas podía hablar por culpa del dolor, mantenía los
ojos cerrados y sus manos en el hombro del moreno otra vez.
-
¡No!
¡Ya! ¡Ahora!
-
Yu…Yu…nho…
-
¡Ahora!
¿Qué no entiendes? – Y lo envistió impacientemente, haciéndolo gritar del
dolor, como hace mucho no lo escuchaba. Ese era el regalo que las noches le entregaban
cuando vivían juntos en el castillo. – Ah sí… vamos, comienza a moverte.
A pesar de
la incomodidad, Jaejoong empezaba a moverse sobre él… llevando un ritmo lento y
bastante cauteloso. Cada vez que se detenía un poco, el moreno lo obligaba a retomar…
hasta empezar a sentir, como esos gritos de dolor se trasformaban en placer,
música para sus oídos.
No tardó en
comenzar a brincar, usando toda la fuerza que le quedaba… ya estaba listo
incluso para reír, como solía hacer siempre antes de llegar al orgasmo.
-
Yunho…
así… así… se siente tan… bien.
El moreno
sonreía desde abajo, mientras sostenía su cintura y lo ayudaba a mantener el
ritmo. Realmente, aunque jamás se había encontrado en su posición, podía
imaginarse lo cansador que era auto envestirse.
-
Cada
vez que quieras helado puedes pedírmelo. Te lo daré de esta forma. – un dejo de
ironía en su voz. Ahora desearía que el rubio pidiese helado todo el tiempo.
-
Ahh…
cla… claro….
La energía
de Jaejoong cada vez iba desapareciendo un poco más. Así que Yunho decidió
ayudarlo para que pudiesen acabar juntos de una vez.
Aunque no
lo deseaban y hubiese sido perfecto pasar la noche completa así… sabían que la
cocina no era del todo segura.
Lo detuvo
un momento y lo hizo bajar… el rostro de su sirviente se mostraba molesto,
estaba dolorido y que lo interrumpieran de esa forma sin dudas no colaboraba.
-
¿Duele
bastante verdad?
-
Idiota.
Vamos, que aún no terminamos.
Nuevamente
ambos se rieron y colocaron sobre la mesa… pero esta vez, Jaejoong se acostó y Yunho
se quedó parado entre sus piernas.
Retomó con
las estocadas de nuevo, y ahora podía darle al rubio la oportunidad de
masturbarse mientras lo hacían.
Lo ayudó
con eso también.
Realmente,
era placentero para ambos… y lo peor era saber que no había otra persona en el
mundo que los lograra hacer llegar hasta ese punto de locura.
Tanta era
su distracción, que no notaron los ruidos por los pasillos y olvidaron los
vidrios que conformaban la transparente puerta.
Yunho se
corrió dentro de Jaejoong en primer lugar… haciéndole sentir como su esencia
bañaba su interior y lo hacía temblar por los escalofríos que le causaba.
Se corrió
luego él en segundo lugar, en su mano y la de su amante.
Si que
estaban cansados… y dormir juntos era el mayor deseo que tenían, pero así
también el más imposible.
Se
levantaron y empezaron a vestirse… sin hablar, pero riendo cada vez que
cruzaban miradas.
Sí… estaban
completamente idiotizados el uno por el otro. Tanto, que preocupaba.
El rubio
fue el primero en vestirse y así también el primero en notar la mirada de Bo Ah
desde la puerta… con un arma en la mano derecha, que lo hizo poner pálido y
dejar sin palabras.
Llamó la
atención de Yunho, pero éste tardó en voltear.
La mirada,
era una mirada fría… perdida…profunda y sobre todo negra, llena de dolor y
maldad.
Ni siquiera
la había podido observar en el rostro de los militares asesinos que se habían
encargado de asesinar a su familia. Ni siquiera en el rostro del moreno cuando
perdía la cabeza.
Simplemente,
jamás la había visto.
Y temió por
la vida del hombre que amaba, de su hermana en manos de Typhoon, de cualquiera
ahí en la casa, menos él… ya que la suya, había dejado de importarle hace
bastante tiempo.
-
Bo
Ah… ¿Qué… estás… haciendo? – Recién ahí el Conde pudo verla… y sintieron
exactamente el mimo temor los dos. – Suelta esa arma… no quieres hacer una
locura…
-
Locura…
- los señaló a ambos y sonrió, del modo más enfermo que pudiesen imaginar – eso
es una locura… ustedes lo son…
-
Bo
Ah, tranquila… podremos hablar, pero sin esa arma de por medio.
-
¿Hablar?
¿De que mierda hablar Yunho? Yo no quiero hablar con nadie… es un tema cerrado
para mí.
-
Pero
yo sí quiero hablar… ¡mereces una explicación!
-
¿No
entendiste nada en estos largos y pálidos años cierto?
-
Podrías
hacerme entender…
-
¡NO!
– los apuntó esta vez, con toda la convicción del mundo, como si disparar no
fuese un impedimento para ella. – ¡Ya no me interesa! Ahora… “Dolor”, dolor
para ti, para él, para todos en esta maldita casa y en esta maldita ciudad! –
Jaejoong sujetó el brazo del moreno y suspiró resignado. ¿Morirían ahí mismo?
Podía sentir el frío que la muerte te mostraba antes de tomarte… esa que
cuentan en los libros. – No te pongas nervioso Kim Jaejoong… ¡No voy a
matarlos! ¡Eso sería un placer para ustedes! Morir juntos… ¡Bla bla bla…!
Vivirán… pero con culpa… por haber destruido mi vida, por haberse enamorado de
la persona equivocada, por haber causado la muerte de su hija… por que ella, no
es mi hija.
A partir de
ese momento nada de lo que ocurrió fue claro.
Bo Ah salió
corriendo por el pasillo, hacia la habitación de Hyunah. Los sirvientes
tardaron en reaccionar y fue Jaejoong el único que le siguió los pasos.
El moreno
intentó correr, pero los perdió, ya que no creyó que iría a la habitación de su
hija, si no a la suya.
[…]
Hyunah
lloraba junto a Jaejoong, con las manos y el rostro lleno de sangre y
completamente inmóvil… que había recibido un disparo en el pecho.
Su
habitación estaba oscura y ellos tirados en el suelo, junto al único rayo de
luna que llegaba en él.
Bo Ah
continuaba apuntándolos… sin arrepentimiento y más convencida que nunca a
disparar otra vez y asegurar la muerte de ambos, ya que su intención había sido
matar a los niña sin dudas.
Así mismo
matar a su hija de sangre, pero por supuesto, no de corazón.
Disparó
otra vez…
Yunho gritó
y la vio llevarse el arma a la cabeza. No sería capaz de suicidarse… ¿O sí?
Changmin
llegó y no fue capaz de reaccionar… simplemente el cuerpo se le había
paralizado.
Fueron 5
segundos de silencio… incluso el llanto pareció desaparecer en aquel entonces.
Solo se
escuchó el sonido del gatillo otra vez y las palabras más sinceras y
aterradoras de la Condesa
hasta ese momento:
-
Yunho…
te amé.
Solo se quitó
la vida… pero sin ninguna clase de arrepentimiento.
Hyunah
gritaba de dolor… de miedo… de desesperación, intentando secar sus lágrimas y
ensuciándose con la sangre de una de las personas que más amaba. Sintió el
ardor en su brazo… al parecer su madre no había tenido la puntería suficiente.
Los
sirvientes y Anne llegaron. No habían palabras… no había ninguna explicación.
Desde ese
momento… no se oyeron más que gritos de parte del Conde, que estaba volviendo a
experimentar el dolor de una partida.
Capítulo 22
– Conde de guerra
“Se
escuchaban las campanas en toda la ciudad. Era imposible, no podía ser que el
Conde haya muerto. Más no fue así, cuando uno de los soldados comentó que fue la Condesa la fallecida la
noche anterior. Nadie supo exactamente que pasó, porque quienes lo habían
presenciado no tenían intensiones de hablar. Igualmente los rumores hablaban de un suicidio, de un
amante, de un Conde debilitado, de una mansión maldita. Era el momento de salir
a demostrar que Yunho Jung aún permanecía más vivo que nunca y que no existía
evento que pudiese detener su sed de poder”
Parecía
un cuento interminable… pero era uno de los más divertidos que hayan escuchado.
Recorrer
Japón siempre había sido el sueño de esos tres viajeros historiadores. Todo
debía basarse en hechos fácticos, pero esa noche quisieron dejarse llevar por
el comentario popular.
Mucho
había de coherente y tal vez de cierto en el relato de aquel hombre… que se
habían cruzado casi por casualidad al entrar al “bar”.
En
los últimos 15 años, no solo la guerra había finalizado… si no que el tratado
de Corea y Japón cambió su curso, para bien.
Si
bien mucho se habló del final del imperio Jung, ningún dato jamás fue exacto.
Ni tampoco sobre el fracaso del imperio de generales, el cual sin dudas intento
comandar Typhoon. Algo no tenía sentido en los dichos de los escritores, los
pocos que quedaban… ya que de los verdaderos testigos casi ninguno había
sobrevivido.
Hoy
en día todos querían conocer a ese Yunho… y por que no también a quién se decía
fue su amante. Se agregaba luego a Bo Ah, incluyendo su sirvienta… ¿y por qué
no a los 5 muchachos que hacían la vida del Conde más fácil?
-
La desgracia llegó nuevamente a la familia Jung. Luego de haber perdido
a sus padres, al Conde ese día, le tocó perder a la Condesa , de escasa edad a
solo dos años de tener a su primer y único hijo…
-
Miles de teorías me imaginé en mi cabeza sobre como pudo haber sido su
muerte… - la señorita sorprendida compartió con sus compañeros.
-
Así de loca estaba… intentó matar a su propia hija. – Junsu la siguió,
casi convencido del hecho, aunque solo se suponía era una leyenda - ¿Y
Jaejoong? él… estaba herido…
-
Antes de responder todo mis colegas, quisiera aclararles algo…
-
Diga… no podríamos oponernos luego de haberlo escuchado por más de 1
hora – Yoochun sonrió, intentando que pudiese sentirse cómodo.
-
Todo lo que viene de la historia… puede parecer bastante alocado… pueden
elegir si creerlo o no, pero seré sincero y les contaré todo lo que se. Si se
preguntan el porqué, es muy simple. Ustedes también serán parte de la historia…
aunque no lo crean.
Hyunah se
retorcía en la cama al no poder dormir.
El yeso en
su brazo izquierdo le impedía colocarse en su posición favorita.
Tal vez no
solo era eso y la oscuridad en la pieza la estaba volviendo loca.
Así era
todo el tiempo, desde aquel evento desafortunado donde participó su madre de
sangre. El pánico se apoderaba de ella cada vez que se encontraba sola o lejos
de su familia, y estar junto a su padre, mientras utilizaba armas, era casi
imposible.
Con a penas
3 años, las experiencias vividas le hacían doler más de lo que todos
imaginaban. Criada entre gritos, por un hombre que cumplía un papel extraño en
esa sociedad, con un padre ausente y una madre demente, la niña intentaba crear
un concepto del “bien y el mal”… pero nadie podía corregirla.
[…]
Esa noche el
rubio le había prometido volver y le rogó que no le dijese a nadie que partía a
la ciudad. En especial a Changmin que sería la primer persona en comunicarse
con Yunho.
Pero todo
salió mal, incluso peor de lo que se pueda imaginar, ya que no solo Yunho se
enteró, si no que decidió salir a buscarlo. Había venido de visitas
imprevistamente.
El intento
por viajar a las calles de Tokio se frustró, cuando el Gran señor Kwon pisó la
puerta de su castillo. Jamás había existido una charla posterior a la muerte de
su hija, jamás una pregunta.
-
Es
momento de que uses tu comodín Conde. Yo no voy a decir que lo siento, por que
no es así. – fueron unas palabras frías y realmente aterradoras para el moreno,
que entendía a la perfección lo que significaba cada una de ellas.
-
¿Cuál
sería el motivo?
-
Que
perderemos la guerra. Y junto a eso, tú perderás tu puesto.
-
¿Y
si gano?
-
Tú
te lo quedarás… por siempre, y elegirás a quién otorgárselo. Así como te
prometí desde un principio.
-
¿Incluso
si fuese Hyunah esa heredera?
-
Claro
que sí… es mi nieta. Es mi sangre.
El señor
tendió su mano para sellar el último pacto.
Yunho debía
consagrarse victorioso junto a ese ejército especial que durante tanto tiempo
entrenó. Debía viajar y colocar su cuerpo como fianza, y estar dispuesto a
morir por su patria
-
Mañana
por la mañana saldrás. Despídete de todas las personas que quieras.
-
Será
así entonces.
-
Al
finalizar, mi ejército irá a buscarte y traerá… junto a los soldados
sobrevivientes. Los grandes Generales, incluyendo Typhoon, viajarán en los
próximos 3 días para apoyarte. Tendrás las armas necesarias, el alimento
indispensable y el oro suficiente como para moverte libremente en tierras
coreanas. Por supuesto, tu castillo quedará ampliamente protegido.
-
De
acuerdo Señor. – Yunho creyó que tal vez en agradecimiento por esta ayuda
repentina, hablar de su hija sería correcto. No entendía porqué jamás se había
comunicado con él o volcado sus dudas. Era un tema silencioso para todos a su
alrededor. -¿Hay algo más que quiera saber antes de que parta?
-
¿Se
suicidó verdad? – la pregunta salió desprevenidamente de su boca, y dejó
completamente inmóvil al Conde. - ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué jamás pudiste
enamorarte de ella?
-
Me
enamoré de alguien más.
-
¿Tanto?
¿Tan así vuelve a las personas el amor?
-
No
podría explicarlo. Es asquerosamente hermoso.
-
Algo
Idiota.
-
Muy
idiota.
-
Así
como para tomar un arma con 3 balas... ¿Cómo logró descargarla por completo?
-
¿Quiere
que sea sincero? – el moreno intentó ser cauteloso… después de todo no sabía si
iba a creerle o si podría llegar a herir sus sentimientos como padre. –
¿sincero aunque duela?
-
Así
es.
Los 3
hombres que acompañaban al Señor Kwon se quitaron sus protectores.
Typhoon era
uno de ellos y el más curioso por saber que era lo que iba a contar el Conde.
No notó que
él, había oído toda su conversación.
Tampoco le
importó… y solo recordó momento a momento aquella noche.
Veía la sangre… la sangre de dos personas que
lo amaban. De una que lo amó.
-
Ella
llegó a la habitación y descubrió esto que acabo de decirles. Probablemente no
quiso creerlo. Probablemente le destruyó la vida y por eso decidió ir a “despertar”
a su hija. Él corrió a la habitación y se interpuso entre ella y la niña.
Recibió el primer disparo. Sangró. Así llegué y no pude contenerla… volvió a
tirar, pero esta vez ya no falló. En realidad, no lo hizo ninguna de las dos
veces. Ella manchó sus manos con la sangre de su bebé… y luego de eso me miró y
decidió que su papel en el mundo había terminado.
[…]
El rubio
rompía la última nota que el General le enviaba, cuando se escuchó el llanto de
la niña.
La niña ya
no solía llorar, no mientras ciertos temas permanecieran en silencio.
Jaejoong
entendió, que nada bueno podría ocurrir esa noche.
Los
sirvientes comenzaron a correr, llevando y trayendo bolsos, ropa, armamento,
incluso comida. Taemin fue el único en notar su presencia en la habitación…
pero tampoco se detuvo a explicarle que era lo que estaba ocurriendo.
-
Tal
vez, haya llegado la hora.
Salió del
castillo… pero sin ninguna intención de abandonarlo.
Era sentir,
una fina capa transparente de fuego rodeándolo, y el horrible sabor a cenizas
en la boca. Parecía como si todo a su alrededor, estuviese siendo destruido por
las llamas.
[…]
Pov’s
Jaejoong.
~ Si pongo un paréntesis en la historia, termino
hablando de mí. Es como si quisiera entender que es lo que estoy sintiendo en
este momento. Desde que lo conocí, nunca tuve un sentimiento definido. Era como
una mezcla de todos, incluyendo los opuestos. Cariño – odio, felicidad –
tristeza. Era como llevar una enfermedad conmigo.
Llegué a la conclusión de que tal vez eso era
amor.
Me molestaba, pero no estaba en mí poder
desecharlo.
Vos estabas en mi mente, en mi cuerpo y en mi
alma. Y a mi me gustaba.
¿Lo ven? Ya tan rápido contradiciéndome. ~
Salí
corriendo del castillo, aunque era de noche y sabía que era peligroso.
Esos
coreanos estaban todo el tiempo pendientes de los movimientos de la casa, y
aunque yo fuese su compatriota, probablemente lo olvidarían a la hora de atacar.
Era algo así como la vergüenza de mi patria.
Por
supuesto que te ví siguiéndome, y sin embargo no quise detenerme.
No quería
oírte esa noche… ¿Para qué escuchar malas noticias?
Todo parecía terminar en lo mismo: ibas a irte.
Y yo no
podía dejarte ir, pero tampoco podía impedirlo… por que era tu deber, por que a
pesar de que yo fuese alguien importante en tu vida, tú seguías siendo tú y yo
seguía siendo tu amante. Tu esclavo, tu amante, tu amor.
La ciudad
intentaba sobrevivir a la guerra, por eso continuaba con sus actividades…
aunque sabían que llegaría lo peor.
Me
encontraba en ese restaurante… dispuesto a beber alguna copa, pero pequeña, ya
que no tenía dinero… cuando llegaste y me jalaste el brazo.
Si… me
habías seguido, eras muy persistente y no ibas a dejar que la noche terminara
sin decir lo que tenías en mente.
Me senté,
me imitó y aunque lo miré con mala cara, solo llamaste al mozo y le pediste a
parte de tragos, un menú especial. Él te reconoció… todos los hicieron.
Y ahí
empecé a sentirme intimidado, aunque nadie se atrevió a mirarme a los ojos o de
frente. Era demasiado extraño y me sentía poderoso… pero sabía, ese era tu
poder. No el mío.
Cenamos.
Tranquilos y con pocas palabras.
Me hablabas
de Hyunah y yo, no podía evitar contarte de todos esos avances que habíamos
tenido en su tratamiento. Realmente luego del accidentado suicidio de su madre,
fue necesaria la intervención de muchos médicos para que continuara lúcida. Y
no hablaba justamente de las heridas que recibimos, ya que ambos nos pudimos
curar de esos disparos.
Salimos del
lugar y tomaste mi mano. No te importó que todos miraran… pero ese era el
detalle, nadie se animaba a mirar.
¿Qué habías
hecho Yunho Jung? ¿Quién eras?
Las
personas creían ver un fantasma al cruzarse contigo, y sus ojos luego
comenzaban a brillar cuando les sonrías. Y ni hablar de la palidez que producía
un regaño de tu parte.
Tal vez si
eras un ser sin corazón, tal vez enserio eras casi un dictador y yo no lo
notaba.
Por que me habías enamorado.
Nuestro extraño
paseo continúo por todo el centro. Terminamos visitando esa plaza mitológica, y
me contaste de las leyendas que se habían inventado.
No quería
volver, me la estaba pasando genial contigo… y eso siempre era así, pero cada
vez más seguido.
Compraste después
los dulces que te pedí… me llevaste a la biblioteca a buscar de esos libros que
siempre quise leer y me mostraste los monumentos más hermosos que tenía la
ciudad. Todo lo hacías sin quejarte, hasta que decidí volver con el carruaje
que yo mismo había traído. Jonghyun me esperaba en él.
Te negaste.
Le dijiste que volviera solo y que comunicara al castillo que todo estaba bien…
que tu tenías a tu caballo para volver.
Sonreí. No
tenía nada para decir.
Caminamos
fuera de la ciudad, y estaba tu caballo negro esperándote.
Me llamó la
atención que me hicieras subir solo, pero después entendí cual era tu
intención… que paseáramos juntos… por eso te colocaste detrás y empezamos a
cabalgar.
Ese camino
dio a la playa. Jamás había llegado hasta ahí, porque creo que no me habías
dejado.
Aunque la
arena diminuyó el paso, parecía ser la escena perfecta… mientras tomabas mis
manos y me ayudabas a montar a Yen… si, así se llamaba tu compañero.
Me pareció
extraño que te hayas detenido, me encontraba bastante perdido, pero quizás solo
era producto del retroceso mental que sufría cuando te portabas así de bien
conmigo.
Señalaste la gran silueta sobre la colina. Era de noche
y no podía observar bien… pero si no me equivocaba era su castillo, nuestra
casa.
Me invitaste
a sentar en la arena, el viento soplaba pero no daba frío, la luna iluminaba
solo lo necesario, las olas cantaban y causaban paz… y estabas tú amenazando
con hacerme perder la cabeza otra vez.
-
Detrás
del castillo siempre estuvo el mar. Es por eso que al principio no quería
dejarte salir… temía que hicieras una locura.
-
Eso
explica el suave sonido del agua cada vez que todo se encontraba en silencio…
-
Sí…
- se sentó detrás de mí y me acomodo entre sus piernas… terminé apoyando mi
espalda en su pecho. Que más daba, estaba completamente entregado cuando se
trataba de ese Yunho romántico. – el río… que siempre frecuentamos, es la
entrada… y los bosques, los costados. Fue siempre una posición estratégica para
que sea difícil entrar, pero fácil salir.
-
Para
mí fue al revés… fue fácil entrar, pero difícil salir.
-
Depende
la persona, me olvidé aclarar…
Me hundí en
pensamientos, estaba más que cómodo y sentir tu pecho subir y bajar más fuerte
cada vez que me movía… sin dudas me relajaba.
Tal vez… ¿Tú también estabas tan enamorado
como yo?
Pensar así
me hizo sentir que me faltaba humildad, que derrochaba soberbia.
-
Mi
padre… fue un gran padre. Aunque no haya demostrado ese lado paternal común.
-
¿Y
tu madre?
-
Fue
una gran mujer. Demasiado pura. – me quedé en silencio. Él jamás había elogiado
algo de su madre… siempre le había reprochado cosas y se mostraba en
descontento con ella. Llegó a decir que la odiaba frente a mí. - ¿Sorprendido?
-
Un
poco… pensé que la odiabas…
-
La
odiaba ella y a sus decisiones, pero solo por que no podía entenderla.
-
¿Qué
cambio de ese momento a este?
-
Que
ahora si la entiendo.
-
¿mmmh?
-
Ella
vivió por amor. Ella cambió por amor. Ella… murió por amor. – giré la cabeza,
necesitaba comprobar que era el mismísimo Conde quien decía esas palabras. No
parecía él… incluso su voz se mostraba temblorosa. – ella solo hizo lo que yo
estoy haciendo ahora.
-
¿Qué
estás haciendo tú? – quería escucharlo de su boca, quería que gritase la
palabra amor y terminaría de una vez por depender de este hombre. – No me
respondes… ¿Qué estás haciendo tú Yunho?
-
Yo
cambié por amor. Vivo por amor y moriré… por amor.
Lo besé… ni
quise escucharlo decir nada más. ¿Para qué? Probablemente todo lo que saliera
de su boca, fuese lo último que yo recordaría
Sujetaste
mi rostro y profundizaste el beso. Tanta pasión, tanto cariño que me hacías
sentir… era como si estuviese volando en aquel momento.
Me volteé,
te eché al suelo y ninguno de los dos podía parar… porque nos habíamos vuelto
adictos, porque los labios del otro eran el mejor regalo de nuestras vidas.
Cuando me
liberaste para recuperar aire… vi tus ojos cristalizados y eso bastó para que
estallara en lágrimas.
Tú no ibas
a llorar. Yo iba a hacerlo por ti. Así que me abrazaste y me acomodaste en tu
pecho.
-
Cuidarás
a Hyunah.
-
Mientras
te vayas… claro que sí… y cuando vuelvas los harás tú… como siempre…
-
La
cuidarás por el tiempo que sea necesario… tal vez para siempre. Prométemelo.
-
¡No
será necesario el “por siempre” maldición!
-
Si
que lo es… - golpeé su pecho… ¿Por qué estaba hablando como si esto fuese una
despedida? – Soy realista… te pido que tú lo seas. Mi madre no lo fue… y se
volvió loca.
-
¿De
qué me estás hablando? – me levanté a los gritos… ¿Qué estaba diciendo? Yo
conocía a la perfección la historia de sus padres y la nuestra, no tenía por qué tener ese
horrendo final. – estoy siendo realista… te irás a luchar, como siempre lo
haces… y yo cuidaré de tu Hyunah… de mí Hyunah… y cuando regreses, todo será
igual…
-
Jaejoong…
-
¡No
digas nada! Todo será igual… o no, será aún mejor ¿Sabes? Por que ya no habrá
guerra, ya no dependerás de nadie y podrás ser feliz…
-
Jaejoong
por favor…
-
No,
¡no te despidas!
Se quedó
callado.
¿Por qué lo
estaba haciendo? ¿Por qué me hacia esto?
Me estaba
abandonando…
¿Dónde
estaba esa seguridad y prepotencia que lo caracterizaba? ¿Dónde estaba mi
Yunho?
Caí de
rodillas al suelo y me tapé el rostro.
Estaba
molesto, no iba a darle el lujo de verme llorar.
Pero todos
los sentimientos oscuros desaparecieron cuando me abrazó… sinceramente,
tiernamente, comprensivamente.
-
No
te vas a morir… ¡No! – le dije entre lágrimas, pero él seguía sin decir nada. –
No vas a hacerlo… no morirás. ¡No es justo! ¡Te amo! – y mi voz cada vez era
más baja… por que me estaba quedando sin energías, sin aire, sin vida. – te
amo…
-
Haz
ganado Kim Jaejoong. Me ha ganado mi conflictivo sirviente… - me calmé…
esperaba que me dijeras que no irías y ya, pero sabía que otras serían tus
palabras – termina el juego aquí… pero, incluso antes de morir, serás tú el
dueño de mi mente… y te quedarás con lo último de mi memoria. – apreté los
puños… pero ya no dije nada más. Era lo más sincero que había escuchado de él,
lo más hermoso que me habían dicho en mi vida. - ¿Y sabes el por qué? Por
que yo compré tu corazón y te regalé el mío…
sí, por que te amo.
Podría decirse que aquella noche ambos fuimos
inexpertos… inexpertos, pero en el amor.
Jaejoong se sentía nervioso, y se alteraba y
ruborizaba cada vez que las manos de Yunho avanzaban sobre su cuerpo. Eso jamás
pasaba, ya que su carácter le impedía demostrarlo y su ansiedad se devoraba la
ternura y finalizaba en lujuria-
Aquella noche, era un niño pequeño, de lo más
virginal… asustado y a la expectativa del hombre que iba a sacarle esa
inocencia.
Una inocencia que él jamás había podido tener.
Por su parte Yunho… con sus temores de herirlo,
de causarle impresión e incluso de parecer un bruto sin corazón, intentaba
darle la comodidad necesaria y, a la vez, poder sentirse pleno al tener entre
sus brazos a la única persona que le hizo sentir amor.
Eran besos suaves, pero no por eso dados con
menos pasión.
Eran caricias pacientes, intentando que el tiempo redujera su
velocidad.
Eran sus cuerpos como uno, como había sido
desde el principio… llenando todo lo que al otro le faltase y sintiendo por
primera vez la felicidad.
El moreno salió de la habitación pasada la
noche, recibiendo los finos rayos de sol que amenazaban con despertar al
castillo completo.
Fue solo un beso en la frente de su hija
mientras dormía… algo así como una despedida. Un saludo cordial a sus
sirvientes en la sala principal… la entrega de un paquete al final para su
primo.
Él y su hermana partieron a la guerra junto a
los generales y el Gran Señor.
Así Hyunah podría continuar soñando.
Así Jaejoong podría continuar durmiendo entre
las sábanas, sintiendo el cuerpo completamente frío y soñando que tal vez, la
mejor opción sería no dejarlo ir a Yunho de esa manera.
El suegro de Yunho lo mando a matar de seguro por culpa de su loca hija. Que feo se siente está despedida.
ResponderEliminarGracias!!! 💕💞