20 may 2013

Tell me the legends... [ Fanfic Yunjae + 18 ] Capítulo 1 + 2 + 3 + 4.


[RECUERDEN LEER ACLARACIONES ---> http://picture-ofyou.blogspot.com.ar/2013/05/tell-me-legends-fanfic-yunjae-18.html PARA COMPRENDER E CAMBIO DE TIEMPO ENTRE OTRAS COSAS]


Capítulo 1 “En un burdel de la ciudad”

-          ¿Cómo es posible que esté aquí tan libre si en realidad su vida era parte de esta barbarie y lo mantenían encerrado? ¿Realmente es él? Era de esperar… no parece ser normal… ¿Acaso han visto sus facciones? – dijo el castaño con curiosidad, es que enserio aquel muchacho en la barra le había llamado la atención.
-          Shh… espera muchacho, esto es solo el comienzo, ¡déjeme  contar un poco la historia y lo entenderá! Él no estaba del todo encerrado, el solo… estaba enamorado… y a sus ojos, era casi lo mismo.
-          ¿Casi lo mismo? Comparar el encierro con amor… ¿No es un poco extremista? – esta vez preguntó la jovencita sentada junto a su novio, el mayor de los tres.
-          No señorita… para nada. Y usted también podría pensar eso si me escucha.

Un día, un conde llegó desde Japón a la ciudad. Los rumores, comenzaron a esparcirse… “el Señor Jung es totalmente un demente, un sádico”, “ah llevado al ejército japonés a las grandes victorias imperiales sin ayuda de nadie” “ah acabado por comprar cualquier pieza de oro que le interese” “viene en busca de algo…algo raro de nuestra humilde ciudad.”

Nadie pensó que terminaría en aquella pocilga del pueblo… de hecho, nadie tampoco pudo hasta entonces comprobarlo, pero si no fuese así, entonces hubiese sido imposible que exista esta historia…

Acompañado de sus más finos allegados, se dirigió aquella noche de lluvia al burdel que se tragaba todos los gritos de placer de aquellos hombres que no entendían ni un poco el porqué la vida los estaba castigando así. Porque la vida los volvía vulnerables al pecado más placentero a mi parecer…

…la lujuria.

Se quedó sentado, invitando todos los tragos posibles, riendo cuando era necesario y aplaudiendo solo a los bailarines que enserio creía, valían la pena.

-          ¿Tu esposa lo sabe primo? Venir a Corea y simplemente frecuentar este lugar… ¿Te parece correcto?
-          Cierra la boca Changmin, que demonios me importa eso ahora.

Ni siquiera guardaba respeto por su familia.
Su esposa, que debía soportar aquellas defenestraciones… dejar partir a su marido a esos lugares, no preguntar nada al verlo regresar al castillo, y fingir felicidad cada vez que se presentaban ante la gente.
Su primo, Changmin, que lo acompañaba a donde fuera y soportaba las quejas y maltratos sin poder responder con un “no” jamás, debido a que sabía… su vida estaba en sus manos.

La vida del Conde iba a ser atrapada silenciosamente por aquel caballero, que cautivaba a cualquiera en ese lugar… sea hombre o mujer, de mucha o poca edad, rico o pobre, vivo y hasta porque no, muerto.

Fue como ver a una nueva pieza de oro en el fondo de una mina… entre tantos gritos y palabras de desaliento que no dejaban de repetir “es imposible agarrarla señor, no solo moriremos nosotros, si no que el lugar se destruirá y será imposible volver a aprovechar sus recursos”

Pero para él todo era posible. Así eso significase destruir la mina completa… su vida en este caso.

Él sentía que su mirada había sido correspondida, que ese chico decidió bailar para él y aprobar su atención… que estaba siendo autorizado a maldecir cada prenda que le impidiese ver la perfección que escondía su cuerpo y al rozar el suelo le  dejaban ver un poco más el paraíso…

Así se paró de su asiento llamando la atención de todos en el lugar… la mirada atenta de los trabajadores y otros bailarines, entre ellos, mujeres por supuesto… que tragaron hondo y continuaron con sus cosas… porque sí, el conde estaba interesado en alguien y cuanto miedo tuvieron todos de ser ellos mismos.

Aunque ir con él significaría dinero y vida fina garantizada, sabían que era un demente, que era algo así como… “el conde de la muerte”.

Ese había sido el apodo que habían elegido los soldados chinos sobrevivientes de la guerra… “era como un monstruo… aquel conde… guiaba a todos sus soldados y caminaba sin parar aún en los momentos más escalofriantes... lleva siempre su espada y no duda en usarla si algo le molesta: hombres, mujeres, niños, viejos, animales… le escupía la frente a la muerte… era algo así como el conde la muerte…”

El chico, no dudo en continuar con su actuación y ni siquiera sintió un poco de temor al ver como el ambiente se tornaba negro ante la reacción de aquel hombre al cual todos parecían temerle.

¿Un heredero? ¿Un príncipe? ¿Un soldado? ¿Un rey?
Le importo casi una mísera mierda… si se encontraba en aquel lugar, pagando por diversión e incluso “amor”, a su vista seguía siendo un pobre hombre con dinero.

Caminó con sensualidad, ingenua y perversa a la vez.
Si, el lograba todos esos términos a la vez, aunque fuesen opuestos.
Las sedas que lo cubrían parecían parte de su cuerpo y su aroma… repleto de flores que el conde podía jurar jamás había olido… aún en su corta vida, recorriendo campos y campos de batallas en todas las regiones de Asia.

Fueron 5 las monedas de oro depositadas en la mano del chico, ahora para él, “el ser más hermoso del mundo”.

No se dejó ni rozar luego de entregadas las monedas, a penas volvió a dirigirle la mirada… el conde sintió su corazón arder en furia… nadie podía hacerle eso a él.

Las mujeres morían por estar con él cuando no tenían conocimiento de su mala fama, y los que si lo hacían, por puro respeto no le desobedecían… porque para él, los “no”, no existían.

En silencio se sentó y pidió algo más para beber. Las doncellas, se peleaban para satisfacer primeras su pedido. Era como un rey, aunque no lo era.

-          Raro es en ti primo, que no hayas quitado la espada y terminarás por cortarle el cuello.
-          Haré algo peor que eso… pero… luego.

Tras pelearse y llegar con las bebidas, una joven se acercó y le entregó su pedido.
Sin pudor ni respeto alguno, tiró de su vestido y la atrajo hacia él… la chica suspiró, mezcla de felicidad, temor y nervios por haber captado su atención…

-          Dime, ¿Cuál es el nombre del chico de cabellos claros?
-          El… ¿El bailarín?
-          Si mujer, el chico bailarín, que se cree que pasaré por alto su falta de respeto…
-          Jaejoong señor… - ella le respondía despacio, en voz baja… probablemente algún vínculo con el jovencito debía tener, ya que no quería dejarlo al descubierto.
-          Perdón… no te oí… repítelo… - aún conservando la calma, volvió a preguntar, pero está vez, jaló mas fuerte de su vestido.
-          Jaejoong, Kim Jaejoong.
-          Bien vete de aquí…

La empujó… poco le importaba esa mujer, al igual que todos en ese lugar.
Changmin le pidió perdón a la señorita, pero ésta simplemente, se fue horrorizada.

Capítulo 2 – “Un negocio del Conde”

-          Señor… ¿Este lugar no tiene dueño? Hasta lo que yo creí saber, no está permitido comportarse mal o agredir a los trabajadores de aquí… - Yoochun habló, manteniendo aún el lenguaje formal… mientras Ji Min y Junsu solo observaban.
-          Si que lo tiene muchacho, ¿pero es que tú no entiendes!?
-          ¿Que es lo que no entiendo?
-          ¡Quién era el Conde… y porqué todos le temen! ¡No había reglas, no importa lo que dijera el dueño!
-          ¡Que más da, siga con la historia! Yoochun, ya no molestes con preguntas así… - se quejó su novia, mostrándose cada vez mas curiosa.
-          Por supuesto señorita… solo dígale a su novio y a su amigo que no interrumpan.
-          ¿Lo oyeron ambos verdad?

Muchas fueron las monedas de oro entregadas en la mano del dueño del lugar.
El conde Jung había decidido que Jaejoong era su nueva pieza de colección y nadie ni nada podía negársela.
A pesar de los intentos de rechazo, aceptó… casi al sentir la espada traspasar su pecho. Era por las buenas o las malas, eso ya no se discutía.

-          No puedo hacerlo Conde… usted sabe lo complicado que es para nosotros hoy en día conseguir gente dispuesta a estar aquí… ¡Jaejoong es una de mis mejores piezas! ¡La perdida económica para mí, para todos, sería increíble!
-          Le estoy ofreciendo todo esto viejo, ¿Qué más quiere?
-          ¡No es solo esto! Usted también debería saber… este pueblo no tiene muchos recursos… los soldados, la nobleza, los caminantes, no tienen más opción que terminar pasando por aquí en sus viajes… es como nuestra… carta, nuestro comodín…
-          Me importa poco y nada todo esto… ¿Sabe? Me habla de un pueblo, el cual yo no veo, de personas, las cuales no tienen porqué tocar el cuerpo de mi hombre, de dinero, el cual yo le estoy entregando ahora y de una vida, la cual se cargara mi espada si usted no me da al chico esta noche. ¿Me entiende? – el hombre más bajo se quedó en silencio y asintió… miles de cosas hubiese querido decirle, o tal vez gritar y que sus ayudantes lo echaran de ahí, pero sabía que eso no era posible, que nadie podría con el ejército del conde.
-          De acuerdo señor, esta noche.

Así, el muchacho de pelos claros, ya rubios, recibió la noticia y tan poca fue su respuesta… que era imposible adivinar en que estaba pensando.
Solo tomó algunas de sus cosas y sus grandes cantidades de oro.
Se llevó la sonrisa de quienes lo acompañaron día a día y sabían, él era la persona más infeliz del mundo en ese momento.

El mismo Changmin lo recibió, lo subió al carruaje, le tendió nueva ropa y trató de hacerle hablar, pero él ignoró su presencia.

-          Oye, se que estás asustado, pero enserio, es mejor que hables conmigo antes de quedar en manos de él…

Silencio, y a penas 3 parpadeos que demostraban su poco interés en responder.

-          Enserio chico, no seas tonto… aunque estés enojado ahora, yo no quiero hacerte daño…
-          No estoy enojado… - le respondió fríamente mientras estaba inmóvil y el carruaje avanzaba, alejándolo cada vez más de su pueblo.
-          ¿Estás angustiado?
-          Tampoco.
-          ¿Entonces qué?
-          Yo no siento nada.

Aquella respuesta lo dejo perplejo al pobre Changmin, que solo intentaba ayudarlo.
Sintió temor por un momento… es que, esa forma de hablar y de responder, le habían echo acordar desagradablemente al Conde.

-          Tal vez se lleven bien. Son igual de molestos. – Jaejoong le respondió con una sonrisa y pareció adquirir una nueva imagen, completamente extrovertida y extraña, la cual hizo dudar al morocho de cómo era su personalidad realmente. – No sabía que sonreías…
-          Yo, puedo hacer cualquier cosa niño… - y ahí fue cuando entendió a que se refería la gente con “la habilidad de la seducción”, con aquella mano escurridiza del rubio que llego entre sus piernas y un tono de voz que le hizo temer por su autocontrol.
-          ¡Detente!
-          ¿No querías hablar? Hablemos…
-          ¡No!

Si le preguntan, probablemente Changmin no podrá responder porqué lo detuvo… si sus intenciones eran “esas”, sin dudas se hubiese dejado llevar y es más, iba a arrepentirse 2 segundos después de quitar su mano y recuperar la distancia.
El rostro de Jaejoong, de nuevo se tornó frívolo y recuperó su compostura.

-          Cambias de humor muy rápido…
-          Eso es porque… soy perfecto en todo lo que hago.

Al demonio su intención de ayudarlo… ese hombre estaba tan loco o tal vez aún más que el Conde, su adorable primo.

Continuando el viaje se limitó a hablar y al llegar, se dirigió al castillo.

Al castillo del los generales Jung… hasta ese día con un solo sobreviviente de esa gran familia: Yunho Jung, el mismo Conde.

Capítulo 3 – “Una cálida bienvenida”

-          Nadie quiere hablar de la familia Jung… es más, hoy en día se los considera a todos muertos… pero sigue habiendo un Conde gobernante que lleva su supuesto apellido… - Yoochun preguntando de nuevo… cada vez con más curiosidad.
-          ¿Nunca te preguntaste porqué?
-          Sí… por supuesto que sí… pero no pude escuchar con detalles las leyendas.
-          ¿De qué leyendas hablas?
-          ¡La leyenda hombre! La leyenda de que el último general perdió la cabeza y dejó su castillo, dejando al actual Conde en su posición…
-          ¿Quién te ah dicho eso?
-          La gente lo dice, y más a los turistas como nosotros, no solo a mi novia se lo han dicho… a mí también.
-          ¿Y por qué dicen eso? – Ahora el hombre relator, parecía ser el que mantenía dudas.
-          No lo sabemos… pero queremos averiguarlo…
-          No han pasado muchos años… tal vez si solo preguntaran otra vez o fueran más cuidadosos…
-          ¡Si que lo hemos hecho hombre! Sin embargo la gente de este lugar parece haber olvidado la historia de este pueblo 15 años atrás.
-          Pues entonces no preguntes puntualmente cuál es la historia del pueblo o que paso con la familia Jung…
-          No se me ocurre ninguna otra pregunta…
-          Mejor pide que te cuenten completa la leyenda y fíjate que tan cierta es… hay veces que las leyendas, no tienen nombres.

La segunda vez que se vieron fue en privado.
Jaejoong ya no llevaba ningún traje, ni mucho menos bailaba.
Yunho no se encontraba como espectador ni cargaba con monedas de plata, solo se mantenía parado en el medio de uno de los grandes salones de su castillo.

Las palabras habían sido simples. “Eres mío a partir de ahora y harás todo lo que a mí se me plazca”. Pero Jaejoong ni siquiera había girado la cabeza por completo para mirarlo.
La furia del Conde crecía un poco más a cada segundo que pasaba, hasta que decidió enfrentarlo y someterlo a la fuerza de una vez.

-          No me hagas enojar mi preciosa pieza de oro… - pero él, seguía sin contestarle. Fue el primer contacto físico directo… cuando Yunho, tomó el brazo del rubio y lo atrajo hacia él sin importarle que tal vez podría asustarlo. - ¡¿Por qué demonios no respondes cuando te hablo?!
-          Porque yo, no respondo a las órdenes de ningún hombre – Así como la voz fría llegó a sus oídos, su paciencia se debilitó a tal punto de hacerle gritar.
-          ¿Qué te hace pensar eso?
-          Yo. Yo elijo que pensar.
-          ¡Pero tú no eres libre de elegir lo que harás o no!
-          Si que puedo elegir.
-          ¡No, no puedes, por que eres mío!
-          No soy de nadie Yunho… ¿Así es tu nombre verdad?

La sonrisa diabólica que apareció en el rostro de Jaejoong era inexplicable… a tal punto de crear una avalancha de emociones en el Conde, que hoy era enfrentado por la persona que más cara le había costado
.
Furia, porque se había atrevido a desobedecer sus ordenes. Indignación, porqué se había autoproclamado libre a pesar de ser de su propiedad.  Gracia, porque había sido llamado por su nombre luego de tanto tiempo y sin respeto alguno…

Y tentación, lujuria, deseo, desesperación a tal punto de volverse un poco loco… porque sin dudas era el hombre más perfecto en el mundo entero.

Ninguna respuesta era necesaria para ambos en ese momento.
Yunho solo pudo pensar en una cosa: castigo, y a su modo.

Sujetó a Jaejoong aún mas fuerte del brazo y sin dejarlo decir una palabra lo arrastro por la mansión, hasta la que sería su habitación a partir de ese momento.

Los sirvientes no se atrevieron a decir ni una sola palabra, aunque se quedaron atónitos al ver como el “esclavo” nuevo de su amo se atrevía a enfrentarlo.
Eran 5 jóvenes más chicos que ellos. Con uno, particularmente pequeño.

La puerta, cerrada con fuerza, al igual que la exquisita boca del rubio cuando el Conde lo beso, ignorando el hecho de que tal vez él no estaba de acuerdo. 
Sin embargo para nada su reacción fue de “oposición”. Le devolvió el beso aún con un poco más de furia si era posible, sujetó su saco y se lo quitó desesperadamente, jugueteó suciamente con su lengua y se dejó desvestir hasta ser echado en la cama casi desnudo.
Las manos de Yunho no sabían por donde empezar… tanto deseo junto y sin modo de ser expulsados de un momento al otro, incluso a veces se detenía entre besos y hacía chocar sus dientes al sentir el dolor de su erección. Parecía todo un adolescente cada vez que recordaba con quien estaba tratando.

Se sentía como un maldito soldado cautivado por una prostituta.

Y sí, eso era lo que era.

Las sábanas se encargaron de recibirlos y las almohadas fueron víctimas de un Jaejoong, que los apretaba desesperado al sentir cada nueva estocada sin pudor por parte del más alto.
Sin preguntar, sin preparación previa… sin amor… estaba siendo envestido por el hombre que había dejado grandes sumas de dinero por su cuerpo.
Poco a poco los gemidos de ambos iban sonando en la habitación… aunque por orgullo intentaban evitarlo.
Las manos del moreno, sujetando el rostro de su nuevo amante, impidiendo así que le rechazara la mirada.
Las uñas del rubio, que dibujaban amplias heridas bajo la camisa de su “señor”, apropósito, tratando de herirlo y excitarlo más a la vez…y sus lágrimas, que salían involuntariamente por el dolor, luego de tanto tiempo de contenerse, casi por naturaleza…
El dolor de ser sometido de esa forma, el destino que comenzaba a atarlo con su agresor, el asqueroso placer que lo hacía gemir y casi gritar, dejando al descubierto lo humano que realmente era.

Y es qué, en sus últimos años, muchos habían sido los hombres que pasaron por su cuarto en aquella pocilga, debido al dinero que pagaron. Pero él lo sabía… la mayoría eran viejos repugnantes de cargos altos que a penas podían moverse… o niñatos sin experiencia consentidos por los nombrados anteriormente.

Pero esto estaba siendo distinto… con un hombre mucho más joven, pero no tanto como para ser un niño, una nueva experiencia que seguramente había comprado con piezas de oro…

…Y un deseo… respaldado por una de las 7 acciones creadas por el diablo y realizada por los seres humanos… la lujuria.

-          Si no eres mío Jaejoong… si no cumples órdenes… ¿Estarías haciendo esto? – le dijo Yunho tratando de encontrar aire, entre estocada y estocada, sujetándolo fuerte, impidiendo que se escapara…
-          Mi cuerpo si es tuyo, eso es lo único que has podido comprar…

Fue suficiente para que el Conde se corriera dentro de él y perdiera esa expresión de autosuficiencia que lo caracterizaba.

Mientras tanto él, se sentía destruido pero más poderoso que nunca: lo supo desde el primer momento en que lo vio sentado en aquel antro… su rostro lo decía todo. Yunho Jung estaba totalmente eclipsado por él, con cada detalle que lo conformaba, sin uno más ni uno menos.
Y Jaejoong lo sabía… no hay nada más débil y manejable en el mundo… que un hombre que se dejó seducir.

Capítulo 4 – “La rutina encuentra puntos débiles”

-          Oíste eso Yoochun? El Conde había quedado completamente plasmado con el chico...
-          ¿Por qué me dices esto a mí Ji Min?
-          Pues, porque tú siempre inventas que los grandes guerreros no tienen tiempo de perder la cabeza por amor…
-          Oiga un momento señorita… - el joven historiador interrumpió…
-          ¿Si señor?
-          Quién habló de amor? Jamás dije “amor” en toda la historia…
-          Ahora que lo pienso… no, no lo ha dicho, pero es algo obvio… ¿Verdad?
-          Yo creo que simplemente están todos locos… - el menor de los dos chicos, Junsu, comentó.
-          ¡Ya, cállate Junsu!
-          Shhh… mejor no peleen y sigan escuchando…

Los días empezaron a pasar para ambos y junto a ellos el castillo se iba adaptándo al nuevo integrante.
Las comidas ya no eran como antes, al igual que los pasatiempos del Conde.
Ya no salía a montar su caballo los días libres, ni mucho menos se quedaba junto a los sirvientes y su primo… solo, se embarcaba en largos y duros entrenamientos con sus soldados y su sonrisa cada vez se desvanecía un poco más, al llegar y ver a Jaejoong ahí, parado… sin signos de vida, casi como un mísero muñeco de cera.

Un día en especial, Yunho decidió quedarse para ignorar un poco sus obligaciones.

Seguía siendo un jovencito a pesar de todo, aunque su corazón sea el de una persona sufrida y mayor.

La mesa exuberante se encontraba más vacía que nunca… el Conde en una punta y el perfecto Jaejoong en la otra, mirándose como si fuesen enemigos y en silencio, tratando de no perderlo.

-          ¿No vas a comer Jaejoong…?
-          No.
-          ¿No te gusta?
-          Sí…
-          ¿No tienes hambre?
-          […] – la situación se continuaba volviendo cada vez más pesada… a tal punto que hasta los 5 sirvientes de la casa comenzaron a sentirse incómodos.
-          ¿No te gustan los arreglos? ¿Algún sirviente te ha faltado el respeto?
-          No Yunho, todos ellos son maravillosos.

El rostro fue de sorpresa para todos en aquella habitación… nadie, en los últimos tiempos, había sobrevivido para contar que llamó al Conde por su propio nombre.
Esto, él moreno lo sabía, pero sin embargo lo dejaba pasar… una y otra vez, cumpliendo con sus caprichos de llamarlo como a el se le ocurriese, de tener sexo del modo que él quería y de comprarle y regalarle infinidades de cosas cargadas de lujo que probablemente en su vida iba a poder tocar.

El rubio, a pesar de todo, seguía sintiéndose presa de su oscuro corazón… algo así como un perro, una simple mascota.
No podía caminar solo por los alrededores, ni mucho menos encontrarse con gente que Yunho no autorizaba… Debía vestir solo la ropa que él le eligiese, dormir las horas que él creía necesarias, ordenar los desastres que el dueño dejaba cada vez que volvía ebrio al castillo, presentarse como suyo delante de los otros dementes de la nobleza que por poco lo violaban con la mirada…

Pero no, nadie podía siquiera mirarlo por más de 5 segundos… y él moreno se encargaba de contarlos.
Ni hablar de un rose o una larga conversación, de recibir un regalo o proponerle alguna invitación. Eso estaba totalmente prohibido y todos en el castillo lo sabían.

-          ¿Por qué los otros sirvientes no pueden llamarte por tu nombre?
-          Porque no quiero.
-          ¿Por que no quieres? ¿Por qué a mí me dejas? Soy especial para ti ¿No? Resultas divertido… – El más pequeño de los trabajadores agachó la cabeza… sentía miedo frente a la prepotencia de Jaejoong con su amo, realmente no quería que nadie salga herido… pero, conociendo al Conde, eso era muy probable. – Contéstame Yunho… ¿Soy especial verdad?
-          Solo estás más entregado que otros… solo eso.

Sin dudas el orgullo de Jaejoong fue herido con esas palabras. Él… ¿Entregado?
Eso era imposible.
Bien caro salía poder verlo de lejos aunque sea, y ni hablar de tener una noche en su compañía.

-          ¿Me estás tratando de prostituta? Entregado… fácil de conseguir… una baratija…– un dejo de ironía en su voz… realmente no podía creer semejante ninguneo.
-          Si…
-          Ja… - los brazos del rubio se acomodaron sobre la mesa, conservó la calma y afino su peligrosa lengua… si alguien merecía ser tratado como basura, no era justamente él. – Puedes llamarme así si quieres, pero por lo menos soy más hombre que tú. – Esta vez, no solo el más pequeño se encontró nervioso en medio de la discusión… el más alto decidió unirse – ¡Poco hombre, maldito enfermo… cuéntame que tan caro te salí y veamos si aún te quedan ganas de volver a llamarme prostituta y baratija a la vez!
-          No sabes cuando cerrar la boca… eso va a traerte muchos problemas… poco hombre… no sabes lo que dices.
-          No te tengo miedo… no eres lo suficientemente hombre para que te tema… andas pagando por ahí a cambio de sex…
-          Cállate y sube a la habitación.
-          No subiré, ¿Quién te crees que eres?
-          Sube ahora.
-          ¡No!
-          Onew, Jonghyun, ¡súbanlo!

A pesar de que Jaejoong se negó, los 2 sirvientes lo cargaron hasta la habitación y lo dejaron dentro.
No le tenía miedo, jamás se lo tuvo y poco le importaban los comentarios inútiles que deambulaban por ahí creándole fama de dictador…
Ni sus golpes, ni sus órdenes o amenazas le iban a hacer ceder… simplemente él no había nacido para ser propiedad de nadie y preferiría morir antes de agachar la cabeza y dejarse mandar por un hombre tan necio como Yunho.

Se quedó 15 minutos sin decir nada… y nadie subió a la habitación.
Probablemente el Conde se iría a luchar y él podría comer luego, gracias a que Changmin permitiría que le guardaran algo de comida.

Algo lo hizo sonreír entre tanta tristeza y odio…

En la ventana, que se encontraba abierta, llegaron 3 pájaros que ni ruido hicieron… y se apoyaron sobre ella ignorando su presencia.
Habían seres capaces de no ser atraídos por la belleza de Jaejoong.

Mientras tanto, la mirada perversa del Conde sin que el rubio se diese cuenta… estaba esperando desde la puerta  para poder recordarle quién era y porqué se había equivocado al soltar esas palabras innecesarias.

Jaejoong sonrío sin querer, cuando el más pequeño de los visitantes se subió a una de sus manos… se sentía como un niño, se sentía pleno porque no estaba siendo maltratado aún en compañía de otro ser vivo como él.
Probablemente al animal no le importaba en lo más mínimo su nombre, ni porque estaba ahí, o sus elecciones… las que prácticamente le habían costado su libertad.

-          Pequeñito… tu si que eres libre y hermoso…

Una sonrisa esta vez en el rostro del Conde que irrumpió en el cuarto y cerró la ventana rápidamente, impidiendo que el pájaro se fuera y cayera al suelo asustado, luego de lastimarse una de sus alas. Quería escapar de sus garras… como todos.

Todos menos él, que prefería enfrentarlo y buscar algún pretexto para poder hacerlo enojar lo suficiente y así garantizarse un largo viaje al infierno.

Tal vez no podría encontrar la valentía para quitarse la vida… pero por que no provocar a alguien para que lo hiciera.

Por primera vez se horrorizó al ver al pájaro caer y se agachó en una carrera por sujetar al animal antes de que el moreno lo hiciera… pero falló y supo que si algo ocurría iba a ser solamente su culpa.

-          Creí que eras incapaz de sentir cariño por algo Jaejoong…
-          Será mejor que dejes libre al pájaro… - le dijo con voz amenazante, pero llena de temor… si, su punto débil eran los animales, pero nadie debía haberlo sabido.
-          ¿Por qué tendría yo que obedecerte?
-          No es una orden… solo estoy rogándote que me hagas un favor.
-          No le hago favores a la gente que me insulta y desautoriza frente a todos mis sirvientes. – no recibió respuesta, después de todo, él tenía razón – Dime… ¿te gustan los animales? – pero seguía sin responderle y eso estaba logrando sacar lo peor de él… - Te pregunté si te gustaban los malditos animales! – le gritó, mientras sujetaba con una mano al pequeño pájaro, que comenzó a chillar a medida que apretaban cada vez más su cuerpo.
-          ¡Si me gustan Yunho, me gustan! ¡Por favor, no le hagas daño!
-          Mmmh… así que ni mis maltratos, mis gritos o mis amenazas te daban miedo… pero sí… la muerte de este bicho… - su respiración se había alterado y aunque intentaba no hacerlo unas finas lágrimas empezaban a amontonarse en sus ojos… tanta crueldad e insensibilidad le estaban causando pánico por primera vez… - ¡No te quedes callado! ¿O quieres que lo haga desaparecer y comience a servirte pajaritos en la cena?
-          Ya basta Yunho, por favor… no lo hagas, es un pobre animal…
-          Por eso mismo, vamos a asfixiarlo de una vez… así no sufre de más…

La mano del moreno comenzó a hacer más presión y Jaejoong  no lo pensó 2 veces… se tiró al suelo y se arrodilló frente a él… sosteniendo su largo traje y guardándose las lágrimas lo más profundo posible.

-          Lo que sea Señor, haré lo que sea pero no lastime a los animales, no enfrente mío…

Yunho sonrió. Interesante debilidad… era humano después de todo.

Se agachó frente a él, entregándole al pobre pájaro asustado y lastimado en la mano… sostuvo su rostro y lo beso tiernamente, tan tiernamente que no parecía ser la misma persona de 5 segundos atrás.
El rubio temblaba y sintió su corazón latir de nuevo después de tanto tiempo… de miedo, de tristeza… de algo que no podía explicar, pero que lo hizo revivir igual.
Le devolvió el beso tontamente, casi como si fuese un niño que jamás había aprendido a besar. Tenía miedo, demasiado…

El más pequeño de los sirvientes llegó a la habitación luego de que Yunho la dejara.

Se presentó en voz baja como Taemin, su ayudante personal, por primera vez en todo el tiempo que llevaba viviendo allí… y se convirtió en su única compañía a partir de ese día… junto al pobre animal que ahora era tan prisionero como él.

2 comentarios:

  1. Que tanto ha sufrido Jae para haberlo hecho insensible a Yunho?, pero este ya descubrió su secreto, su gran amor a los animales.

    Que interesante historia, gracias!!!💕💞🌹

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  2. OhhhOmeOh. Rompe el corazón la actitud de Jae. PobreP

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